La captura de palomas, su exterminio con aves depredadoras y evitar alimentarlas, así como desmantelar los nidos de loros y cotorras son algunas de las medidas que los técnicos de fauna urbana de Valencia utilizan desde hace años para controlar y reducir las colonias de estas "plagas" del aire. El técnico municipal de la Delegación de Sanidad, Francisco Catalá, incide en que ambas especies se comportan como "auténticas plagas" por los perjuicios que generan en edificios como en la vegetación y, en menor medida, en la salud humana.

La captura de palomas con red o jaula trampa, su exterminio con la suelta de halcones peregrinos y las campañas de concienciación en colegios, comercios y entre la población sobre los perjuicios de dar de comer a estas aves han permitido que la población se redujera en los últimos cuatro años de 30.000 a 23.000 ejemplares. "Hay que concienciar a las personas de que lo principal para evitar grandes concentraciones de palomas es no darles de comer en plazas y vías públicas porque tienen un gran poder de reproducción", explica Catalá.

La nueva ordenanza de tenencia de animales estudia plantear sanciones a quienes alimenten a palomas y crear un censo de "alimentadores" autorizados para dar de comer a estas aves en torno a los palomares ecológicos ubicados por la ciudad y donde se trasladan las palomas que son capturadas, desparasitadas y que han pasado una cuarentena en el Centro de Fauna municipal.

A esta instalación van a parar los animales exóticos o domésticos -salvo perros y gatos- que aparecen en la ciudad o son decomisados, además de las palomas o ejemplares de loros que se capturan y requieren atención veterinaria.

La superpoblación de palomas en grandes ciudades como Valencia produce un deterioro higiénico sanitario principalmente en los edificios y monumentos históricos, mientras que el problema más acuciante que causan las grandes colonias de loros y cotorras es el peso de sus voluminosos nidos y el ruido, que ha obligado incluso a "insonorizar el patio del algún colegio" de la ciudad. "Las principales quejas de la gente con las palomas son porque ensucian los balcones, la ropa tendida, los patios interiores, se instalan en sus jardineras y ocupan edificios abandonados", resalta el técnico municipal.