Lo que sigue es una reflexión inducida por la confirmación «oficial» del estado de quiebra de RTVV/Canal 9, a modo de una especie de segunda parte de lo escrito en estas páginas (Levante-EMV, 9 de julio, «Hay que priorizar: Farmacia, eventos, Canal 9?»). Entonces tratábamos de decir que el Servicio Valenciano de la Salud y RTVV, siendo dos entes que dan servicios soportados por la Generalitat, no podían ser tratados de la misma forma en tiempos de crisis. Mientras que de los recursos del primero va a depender la forma como enfermaremos y moriremos en esta Comunitat, el segundo es irrelevante para la competitividad de la autonomía y su servicio bordea lo prescindible. Hoy sabemos que, en 2009, la empresa pública RTVV perdió 278 millones de euros, arrastrando una deuda de 1.100 millones, que hay que añadir a la que ya tiene la GV como Administración autonómica, la más endeudada del Estado en términos de PIB. Yendo a lo sanitario, decíamos, que una vez cerrado el mes de abril, se había consumido el 62% de los 1.160 millones que el presupuesto de la conselleria tiene destinado, en 2010, para productos farmacéuticos. Hoy, puede añadirse que, a fecha 31 de mayo, estas obligaciones ya llegaban al 73%. Desgraciadamente no ha ocurrido nada extraordinario, era previsible, ya que a lo largo de 2009 esta partida ya superó los 1.800 millones, y como el gasto en este capítulo no ha dejado de incrementarse, mayo ha supuesto 140 millones, cosa que explica el ritmo de agotamiento que sufre esta partida (desgraciadamente, no la única de los presupuestos de la GV, aunque sí de las más pegadas a la piel de los ciudadanos).

A partir de aquí, no hay que hacer muchos cálculos para convencerse de que en agosto los gastos farmacéuticos habrán superado lo presupuestado, y con ello la duda: ¿De dónde van a salir los euros que paguen las recetas que se generen hasta finalizar 2010? Anualidad tras anualidad, el Síndic de Comptes ha ido avisando en vano de que esta partida estaba ­desequilibrada, cosa que no ha impedido que el presupuesto se mantuviera constante (con la excusa de que el gasto farmacéutico se iba a controlar), teniendo que recurrir al trasvase de partidas y sobre todo afectando al endeudamiento de la Generalitat. Sin embargo, hoy la opción de recurrir a deuda ha desaparecido y, con ello, la respuesta a la pregunta se hace mucho más complicada. Aunque en la CV parece que nadie quiera hablar de cómo acabar 2010, en Cataluña, más realistas, sí se lo están planteando, y lo hacen con crudeza:

1) A pesar de estar a muy pocos meses de las elecciones, cuando los políticos son alérgicos a dar malas noticias, el conseller de Economia, Antoni Castells, ha puesto fecha para que: a) «las rentas más altas» tengan que pagar el 15% del coste de algunos materiales caros como las prótesis, y b) que aquellos jubilados cuyas pensiones estén por arriba de los 2.000 euros dejen de obtener gratuitamente determinados productos farmacéuticos (un tema que por ahora es responsabilidad del Ministerio de Sanidad).

2) El Servei Català de Salut admite que, debido a que la Generalitat no puede colocar su deuda, a medio y a largo plazo, en unos mercados cerrados, la factura de julio (unos 400 millones) de los hospitales y centros concertados volverá a liquidarse con retraso, como ya se hizo en junio.

3) Como forma de asegurar la sostenibilidad del sistema, en la crisis, su Gobierno habla tanto del copago obligatorio de los medicamentos como de un «copago voluntario» consistente en desgravar impuestos en la declaración de la renta a los ciudadanos que cuenten con una mutua privada, como una compensación a su contribución a descongestionar el sistema público de salud.

No es éste el lugar de discutir las medidas que se pergeñan en Cataluña, ya que el debate es profundo y difícil, pero sí es obligado señalar que en la Comunitat Valenciana, mientras la crisis hacía estragos, nos hemos pasado meses centrados en la financiación autonómica, sin tomar ninguna medida para el control del gasto, a pesar de la deuda que acumulamos. Hoy, debemos saber que no habrá ni un euro adicional a la actual financiación, que nuestra deuda nos cuesta cada día más y que el riesgo de no poder hacer frente a determinados servicios, como el de la factura farma­céutica es muy serio. Aunque la forma co­mo puede tomar cuerpo no puede preverse, hay que prepararse para situaciones tales co­mo que las farmacias vayan a cobrar al usuario, para devolvérselo cuando la Generalitat les liquide, que los laboratorios dejen de sumi­nistrar productos sin previo pago, etc.

No se trata de alarmar gratuitamente, sólo de exponer que tenemos problemas serios y que alguien debe ponerse a los mandos de una dura situación que inevitablemente vamos a vivir. Cuando la simple congelación de las pensiones es un tema que despierta tantas pasiones, no es razonable que la sostenibilidad de nuestra asistencia sanitaria pública, con un impacto semejante sobre la calidad de vida, sea ajena a la discusión y preocupación colec­tiva de los valencianos. Por duro que suene, es razonable preguntarse a mediados de julio qué pasará en septiembre cuando acudamos a la farmacia. ¿Quién pagará las recetas?