José Calvo Muedra, un piloto de la República nacido en Valencia en 1919 pero cuya familia era de Alfara del Patriarca, estuvo detenido durante 15 años bajo condiciones infrahumanas en campos de trabajos forzados de la antigua Unión Soviética de Stalin. Su hija, la arquitecta alemana Carmen Calvo Jung, ha recorrido durante una década más de 20 archivos de toda Europa, desde Madrid a París, pasando por Amsterdam y Berlín, hasta Moscú, con el objetivo de recuperar del olvido el drama que vivieron algunos de los últimos 180 aviadores de la República que el Gobierno de Negrín envió a Rusia el 6 de enero de 1939, apenas tres meses antes del final de la Guerra Civil.

El Ministerio de Defensa y la Fundación Aena acaban de publicar la rigurosa investigación de Calvo Jung, en la que bajo el título "Los últimos aviadores de la República", se revive la persecución que sufrieron unos 30 de estos pilotos por sólo solicitar su salida de la URSS al acabar la guerra de España.

Catalanes y de la C. Valenciana

Era la cuarta expedición que el Ejecutivo republicano, dentro de los acuerdos de cooperación que mantenía con Moscú, enviaba a la Escuela Militar de Vuelo de Kirovabad, en la actual Azerbaiyán. Estaba formada por un grupo de 180 jóvenes, "de entre 20 y 23 años ", relata Calvo Jung, la mayoría de ellos naturales o procedentes de Cataluña y la Comunitat Valenciana.

La investigadora detalla que "el 70% de aquellos últimos aviadores quería abandonar la URSS y exiliarse en un país de su elección", pero se encontraron con la obstrucción sistemática del Kremlin y el PCE "liderado por Dolores Ibárruri", que acusó de "fascistas y traidores" a los pilotos que insistieron en negarse a firmar la nacionalidad soviética, alistarse en el Ejército Rojo o trabajar como obreros en el paraíso socialista.

La mayoría de ellos aceptó la oferta de Moscú, "25 de ellos perdieron la vida luchando contra Hitler". Otros 46 "fueron reclutados con, o contra su voluntad, como espías por el NKVD ", precursor del KGB. Sin embargo, una treintena, muchos de los cuales no eran comunistas, se mantuvo en sus trece.

Intentaron en vano que las embajadas extranjeras en Moscú les facilitaran su salida a México. Abandonados por el Gobierno republicano en el exilio, sólo encontraron el apoyo de la diplomacia nazi, que entonces vivía una luna de miel con Stalin tras el pacto para el reparto de Polonia que abriría la II Guerra Mundial. Berlín trató que Franco aceptara a todo el grupo, pero Madrid sólo admitió a tres. Argentina aceptó a otros tres.

Los 33 restantes iban a pagar caro su desafección al comunismo. Cinco de los ocho que "fueron condenados ilegalmente a trabajos forzados no sobrevivieron". Los otros 25 fueron encarcelados sin ninguna acusación tras la invasión nazi de Rusia y deportados a Karaganda (Kazajstán), "la capital del archipiélago Gulag", según el nobel Solzhenitsyn. Tres morirían en el Gulag y, para otros 12, la represión se prolongó hasta su repatriación a España en 1954, en el primer barco que trajo a Barcelona cautivos de la División Azul. El resto no pudo volver hasta varios años después.

Valencianos entre los "rebeldes" de Kirovabad

Entre el grupo de los "irreductibles" de Kirovabad había al menos seis valencianos. Enrique Juliá, de Bèlgida, y José Gallart, lograron emigrar a Argentina al tener familiares allí que los reclamaron. José Calvo, Fulgencio García Buendía, Rafael Segura Pérez (Valencia), y Francisco LLopis Crespo (Benissa) fueron deportados al Gulag de Kok-Usek de Karaganda. Segura Pérez pereció allí. Calvo y García fueron dos de los 12 que regresaron en 1954, mientras que Llopis fue desterrado a Siberia en 1948.