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¿Tan mal vieron el asunto del AVE que tuvieron que crear la Fundación pro-AVE en 1998?

Efectivamente. Vimos que ha-­bíamos tenido demasiados ejemplos de que nuestra voz no llegaba a Madrid, sobretodo al Ministerio de Fomento y por lo tanto nos vimos en la obligación de crear la Fundación que defendiera esta infraestructura fundamental.

¿Quién estaba más en contra del AVE por Valencia, el Ministerio de Fomento o la Generalitat?

No es que fueran en contra, es que hacían oídos sordos. Nosotros llamábamos, explicábamos, pero no se nos hacía caso. Hicimos una campaña explicativa en la que explicábamos el qué, el por qué, el cómo y el cuándo del AVE. El qué era que considerábamos el AVE fundamental para el transporte de pasajeros y los intereses de la Comunitat Valenciana. El por qué: en Sevilla había sido un revulsivo extraordinario para el turismo y la restauración e igual iba a ser para Valencia. Y, en el cómo, acabamos diciendo que los empresarios de Pro-AVE estábamos dispuestos a poner dinero para cofinanciar ese proyecto. Si las líneas Madrid-Comunitat Valenciana eran de las más rentables de Renfe tenía todo el «trellat» y era de sentido común que se ejecutara. Y el cuándo: cuanto antes. Lo que pasa es que han tardado más de lo que queríamos.

Tardaron cuatro años en pactar un trazado.

Porque el Ministerio de Fomento estaba empecinado en hacer el trazado por Albacete. No contemplaban el trazado por Cuenca. Desde un punto de vista estrictamente económico, el tren de Madrid a Valencia por Cuenca es mucho más caro que el Madrid-Albacete-Valencia. Pero estamos hablando de una diferencia de trayecto de casi una hora de duración. Una hora, en los tiempos que corren, es la diferencia entre ser competitivo o no. No podíamos admitir que después de esperar una infraestructura de este tipo, nos la hicieran de segunda división. La pelea más ardua que tuvimos fue convencer al Ministerio de Fomento de que el AVE a Valencia se tenía que hacer por Cuenca.

¿Quién costó más de convencer, el Ministerio de Fomento o la Generalitat?

Cuando coincidió que el Gobierno de la Generalitat y el de Madrid eran del mismo color, se pasaban uno a otro la pelota pero no lo resolvía nadie. Cuando hablábamos, el razonamiento nuestro sobre el trazado era tan contundente que no tenía vuelta de hoja, pero lo admitían con la boca pequeña. Pero claro, al analizar los costes valía más de 2.000 millones más el trayecto por Cuenca que el de Albacete. Y, como los recursos siempre son escasos, ellos se basaban en esa idea para negarse al directo por Cuenca. Pero a base de razonamientos lógicos, de «trellat» y de sentido común y datos en la mano se convencieron de que no podían hacer un trazado por Albacete y lo tenían que hacer por Cuenca porque suponía reducir el viaje a una hora y media, un tiempo competitivo en la era de la globalización, de la competitividad.

¿Fue un mazazo tener que decidir entre el agua y el AVE, como les planteó Aznar?

El Gobierno nos planteó, en un determinado momento: «no podéis pedirnos el AVE y el agua porque dinero para todo no hay». Nos pareció un argumento razonable. Pero fue un mazazo porque la elección no tenía vuelta de hoja. Teníamos que elegir el agua. Después ya sabemos que ni vino el agua, ni vino el AVE. Pero bueno, al final ha llegado el AVE, que es lo importante.

Al final se ha construido en seis años. Si se hubiera iniciado de verdad en 2001 o 2002 podría haber llegado en 2007.

Nos hubiéramos sentido más satisfechos, que igual lo estamos, pero si el AVE se hubiera iniciado en 2001 y 2002 y que se hubiera acabado entre 2007 o 2008. Hablamos de un retraso de dos o tres años. Lo habríamos disfrutado tres años antes, pero bueno, bienvenido sea.

¿Se arrepiente de no haber defendido con igual o mayor ímpetu el AVE Barcelona?

No. No me arrepiento en absoluto. En la vida hay que tener un mínimo de coherencia. Y no es coherente defender dos o tres proyectos clave. Hay que ir por partes. Las economías de Madrid y Valencia eran absolutamente complementarias. Para nosotros era tan importante o más el AVE de Madrid a la Comunitat Valenciana que el AVE a Cataluña. Pero si te pones en muchos frentes acabas haciendo agua por todos los sitios. Tienes que posicionarte en un proyecto que entendíamos era el más importante y más nos favorecía. Porque Valencia y Madrid son economías complementarias. En el caso de Barcelona no es así. La economía de Cataluña y la nuestra no son complementarias, son competidoras. Por supuesto que ahora hay que volcarse como hace el mundo empresarial o la organización Ferrmed, para romper el nudo gordiano entre Castelló y Tarragona, que es inadmisible. Me consta, porque se comprometió el ministro, que en dos años ese tema se licitará en 2014, quedaría resuelto. Claro que es muy importante, porque estamos hablando del corredor mediterráneo, nada menos. Porque Cataluña tendrá acceso a Europa en 2012 y nosotros seguiremos teniendo el tapón unos años más. Eso es inadmisible. El coste de la logística de una empresa es el que determina si tiene viabilidad o no. Es inadmisible que la Ford de Almussafes tenga que exportar sus coches por el puerto de Valencia o en camiones. Es una barbaridad que el mayor fabricante de coches no pueda sacarlos en tren. Es una falta de competitividad.

Muchos de los empresarios que defienden el corredor mediterráneo estaban escondidos debajo de las piedras antes de 2004.

Eso es típico de nuestra tierra. La mayoría de los que iban al viaje en pruebas del AVE, que estaban allí y se hacían fotos y se ponían medallas, no han pegado un palo al agua. No han hecho absolutamente nada para que esta infraestructura esté aquí en Valencia.

«El AVE será un revulsivo para salir de la crisis»

La función reivindicativa de Pro-AVE debería seguir hasta conseguir el AVE a Barcelona.

Si el vicepresidente de Ferrmed, Juan Cámara, necesita de nuestra colaboración, sabe que puede contar con ella, porque es importantísimo acabar ese tramo.

¿Qué pensaba durante el trayecto de Cuenca a Valencia?

Que cómo era posible que no hubiéramos disfrutado antes de una infraestructura tan extraordinaria. Íbamos a 200 por hora y no se notaba. Parecía que estábamos parados. Pensaba en que es una maravilla y que por fin la teníamos. Pero también que deberíamos haberlo tenido antes.

El clímax debió llegar cuando Blanco y Barberá reconocieron el trabajo de la Fundación.

Sentí una satisfacción extraordinaria. Sobre todo viniendo de los políticos, que todos sabemos lo parcos que son en el reconocimiento de lo que no esté hecho por ellos. Es una satisfacción compartida con todos los miembros de la fundación y, especialmente, con el grupo de 40 empresarios que tuvimos la idea de crearla una noche en un restaurante de Valencia.

La Comunitat Valenciana se ha preparado para la llegada del AVE o se va improvisar.

Habrá de todo. Hay gente que sí que ha tomado medidas y las va a poner en marcha y extraerá toda la esencia y gente que no ha tenido tanta capacidad. Pero el valenciano tiene imaginación y sabe adaptarse a todas las circunstancias.

El AVE llega en el peor momento.

El AVE llega en el peor momento, porque estamos en plena crisis, pero también en el mejor porque puede ser un revulsivo. Llega en un momento de dificultad pero puede ser una herramienta extraordinaria para salir de la crisis.