"¿Cómo leer la Biblia hoy?". A eso pretende responder Juan Miguel Díaz Rodelas, que el jueves pronunció en Moncada la conferencia inaugural del ciclo de ponencias Dies Academicus, organizado por el servicio de pastoral de la Universidad CEU Cardenal Herrera, que dirige el capellán mayor de la universidad, José Francisco Castelló. Este catedrático en Sagrada Escritura, que también es canónigo de la Catedral de Valencia, considera "imprescindible" interpretar la Biblia y huir de lecturas literalistas que conduzcan al fundamentalismo.

Dice que hay una nueva forma de leer e interpretar hoy la Biblia. ¿Cuál es?

Hay una aproximación precrítica a la Biblia, anterior a la Ilustración, y una aproximación crítica posterior que aplica al texto los métodos literarios e históricos. Ese estudio crítico aplicado a la Biblia tardó en ser asumido por la Iglesia católica porque se negaban muchas cosas. Y pasar de aceptarlo todo a empezar a tirar y a tirar, asustaba. Y no por miedo a la ciencia, sino por miedo a que se le hiciera daño a los fieles, que no eran ilustrados. Pues bien: ese movimiento bíblico empezó en el siglo XIX con León XIII, siguió en el siglo XX, y ha abierto las puertas a una lectura de la Biblia que tuviera en cuenta su condición de palabra humana.

¿Qué ha supuesto ese cambio?

Eso ha permitido que algunos problemas como el origen del mundo o el origen del hombre se puedan abordar sin negar la verdad de la sagrada escritura. La Biblia no nos enseña cómo es el cielo, sino cómo ir al cielo. No nos enseña cómo creó Dios el mundo, sino que lo creó Dios. El cómo lo hizo es la ciencia la que ha de investigarlo.

¿Por qué hay que olvidar la lectura precrítica de la Biblia?

Porque la lectura literalista de la Biblia nos lleva a problemas irresolubles. Un ejemplo: cuando Josué mandó al sol que se parara. La ciencia demuestra que es la Tierra la que da vueltas al sol. Y ahí estuvo el origen del problema con Galileo. Si interpretamos el texto literalmente, nos cerramos a la explicación del universo que hace la ciencia y que está demostrada. Por tanto, de ese pasaje lo que hemos de interpretar es, simplemente, que Dios estaba con el pueblo de Israel.

O como cuando el salmo 137 dice en tono vengativo: "Feliz el que tome a tus hijos y los estrelle contra las rocas".

Exactamente. Aquello respondía a una época concreta en la que la violencia era moneda de cambio entre los pueblos y se ha de entender en su contexto...

De lo contrario acabamos en el fundamentalismo...

Claro. Estaríamos otra vez en las luchas, en el ojo por ojo y diente por dienteÉ Pero la revelación es un proceso que culmina cuando Jesucristo dice: "Amad a vuestros enemigos".

Usted critica el fundamentalismo y el hiperracionalismo.

Sí. El fundamentalismo supone olvidar la dimensión humana de la palabra de Dios. Aquí nadie sopla ni el espíritu santo dicta a los redactores de la Biblia. Fueron los hombres, con sus características particulares, los que escribieron el texto. Por otro lado, hay que evitar el racionalismo porque la Biblia es palabra de Dios y a ella no se accede sólo con los métodos científicos y críticos. No hay que prescindir del carácter sagrado de la obra.

Esa combinación de palabra humana y palabra de Dios es lo que más diferencia a la Biblia del Corán.

En efecto. La Biblia es también palabra humana y por ello hay que interpretarla. En cambio, el musulmán entiende el Corán como algo revelado por Dios a Mahoma a través del ángel Gabriel. Para ellos, el Corán es casi intocable y casi no se puede traducir.

Algo de orgullo propio sí que menoscabará el hecho de que los libros de "Harry Potter" ya se hayan vendido más que la Biblia...

[Risas] Eso es consecuencia del mundo en que vivimos. Primero, no se puede luchar contra el marketing que se hace de estas obras. Y segundo, estamos en un mundo religiosamente de bajo tono y en ese sentido es normal.

Pero también los católicos van olvidando la Biblia.

Eso es verdad. Católicos y cristianos en general. La secularización también se nota en ese sentido. Antes, la lectura de la Biblia era muy habitual en las familias protestantes. Eso ha disminuido mucho.

Incluso entre los sacerdotes pierde peso la Biblia en beneficio de las palabras del Papa.

No debería perder peso, pero sí que es cierto que la mucha actividad y las prisas de la vida moderna obliga a los curas a coger el mensaje último, como es el del Papa o la carta del obispo, y nos olvidamos de la fuente original.

Le pediría que le recomendase algún pasaje de la Biblia al presidente Zapatero.

Hombre... Yo... No sé si Zapatero lee la BibliaÉ y no sé si me atrevería...

¿Pero qué pasaje le vendría bien en esta coyuntura económica?

Hombre, creo que Zapatero es un hombre que siente el drama de la gente que lo pasa mal. Tal vez algunos pasajes del profeta Amós [que condenó la corrupción de las élites y la injusticia social] lo animarían a una política social en estos momentos de crisis.

¿Y a Camps, que se halla en una situación delicada?

Es que es complicado... A Camps, a Camps... Tal vez esa palabra de Jesús: "No perdáis la calma". Es una palabra que dice Jesús a sus discípulos en un momento muy difícil en el que ya se acercaba la Pasión.