Valencia también tenía su plaza Roja. Así se rotuló la plaza de Tetuán durante la Guerra Civil. Un color premonitorio del baño de sangre que tuvo lugar allí hace 74 años. El 30 de octubre de 1936, el funeral de un miliciano de Columna de Hierro, acabó en un tiroteo entre comunistas y anarquistas que dejo 30 muertos y 80 heridos. Valencia fue, pues, la primera trinchera de la guerra que libraron dentro de la República la CNT, partidaria de la revolución, y el PCE, defensor un Estado fuerte, que iba a alcanzar su punto culminante en los Sucesos de Barcelona de mayo de 1937, cuando libertarios y comunistas trasladaron el frente a las calles de la ciudad condal.

La matanza comenzó a gestarse el 29 de octubre, cuando la "guapa", la Guardia Popular Antifascista, el cuerpo policial de la Delegación de Milicias controlada por el PCE, efectuó una redada en un bar del barrio chino en busca de prófugos y maleantes. Los "guapos" identificaron al miliciano anarquista Tiburcio Ariza, que había bajado del frente para que le extrajeran un trozo de metralla del pie, y, pese a que iba desarmado, lo mataron cuando éste se negó a ser esposado.

En la boca del lobo

El investigador libertario Miquel Amorós revive los hechos en el libro "José Pellicer, el anarquista íntegro", que dedica al fundador de la Columna de Hierro. La CNT planeó el funeral como una demostración de fuerza. Un camión transportaba el féretro, flanqueado por dos filas de milicianos con el fusil en alto. Tras el catafalco rodante, tres centurias de la Columna de Hierro, con Pellicer a la cabeza, disparaban salvas en señal de duelo cada cinco minutos.

La plaza de Tetuán fue la boca del lobo para la comitiva, pues en ella, además de Capitanía, estaba también la sede del PCE. Desde el Gobierno Civil, en la plaza del Temple, hasta la plaza de Tetuán, los edificios estaban protegidos con sacos terreros, y las ventanas y tejados "erizados de fusiles" en posición de ataque. "Los comunistas tenían preparada la agresión. Estaban convencidos de la necesidad de golpear fuerte a los anarquistas para detener su influencia revolucionaria", escribe Amorós.

La mecha, según relató el cónsul inglés en Valencia en un documento del Foreign Office, la encendió un joven comunista, de cuyo fusil salió el primer disparo. A partir de ahí se inició una orgía de tiros que convirtió el ataúd en un colador. La mayoría de muertos y heridos eran de la CNT, entre ellos el propio Pellicer.

La Columna de Hierro quiso devolver el golpe, pero la CNT frenó la venganza y convenció a las cinco centurias que habían abandonado el frente de Teruel que volvieran a las trincheras. Una guerra dentro de la guerra en Valencia hubiera echado al traste el pacto para que cuatro ministros cenetistas entraran en el Ejecutivo de Largo Caballero, hecho que se produjo el 4 de noviembre. La conversión dos días después del cap i casal en la capital de la República, con la llegada del Gobierno, acabó de atemperar los ánimos.

"Los hechos de la plaza de Tetuán, fruto del conflicto de poder entre la CNT y el PCE, marcaron el final de los tiempos revolucionarios", destaca el historiador Javier Navarro.

Cien años después de la fundación de la Confederación Nacional del Trabajo, la CNT, el sueño revolucionario sigue vivo entre los militantes de este sindicato anarquista en la Comunitat Valenciana. "Hay que luchar siempre", destaca Floreal Rodríguez, quién no desfallece a pesar de sus 78 años, ocho de ellos en las peores mazmorras franquistas. En 1919 llegaron a tener 110.000 afiliados en las comarcas valencianas, hoy apenas cuentan con más de 250 que se resisten a dejar morir de inanición la utopía libertaria.

"No renunciamos a la revolución, en absoluto, para nada. No creemos que haya otra solución que la destrucción del capitalismo y su sustitución por otro sistema", explica Raúl Moltó, secretario regional de la CNT de Levante, que además de la C. Valenciana incluye a Albacete.

La llama de esta revolución soñada prendió pronto en las comarcas valencianas, por no decir que fue uno de sus focos difusores, ya que Alcoi, poco después de la revuelta libertaria del "Petroli" de julio de 1873, fue el primer municipio de toda España donde se estableció la I Internacional o Asociación Internacional de los Trabajadores (AIT).

La CNT nacería en un congreso del sindicato catalán Solidaritat Obrera en Barcelona el 30 de octubre de 1910. Bajo las nuevas siglas se iba a forjar una organización obrera de ámbito estatal que, tras la abolición del Estado y el capital, llevaría a la práctica la sociedad sin explotadores ni explotados ideada por Bakunin, el "padre" del anarquismo.

El nuevo mensaje caló en el movimiento obrero valenciano, donde la Confederación tuvo mucho peso. "Tal vez, después de Cataluña y Andalucía, la C. Valenciana es el territorio donde más presencia histórica ha tenido la CNT", cuenta Javier Navarro, profesor de Historia de la Universitat de Valencia.

Los obreros de los núcleos valencianos donde había llegado la revolución industrial, Alcoi, Elda y Petrer, y de la ciudad de Valencia, blandieron en masa la bandera rojinegra, así como los jornaleros del campo, especialmente en la Ribera Baixa y la Serranía, que harían suyo el grito de "Tierra y Libertad".

La CNT ha escrito su historia a base de huelgas generales, como la primera que convocó en 1911, que acabó en revueltas libertarias duramente reprimidas, como los "Sucesos de Cullera", en los que una turba asesinó al juez de Sueca y a otros dos funcionarios.

Represión policial, ilegalización, pistolerismo patronal y escisiones como la de 1927, en la que el sindicato se parte por primera vez en dos, al surgir en Valencia la Federación Anarquista Ibérica (FAI), marcaron sus primeros años. La FAI aglutino "a los militantes más revolucionarios, que querían ir más allá de la República para proclamar el comunismo libertario, mientras que en la CNT se quedaron los más realistas y sindicalistas", apunta Navarro, estudioso del movimiento obrero.

Esta dualidad entre la vía revolucionaria y sindicalista ha sido una constante en la CNT, que tras reunificarse para hacer frente a la Guerra Civil, volvió a romperse en 1979. L nueva escisión dio lugar a la Confederación General del Trabajo (CGT), con la que se fueron esta vez "los más sindicalistas mientras que la CNT siguió la senda revolucionaria", destaca Navarro.

La CNT-FAI saboreó la utopía libertaria al principio la Guerra Civil, donde, según Navarro, "participó mucho en las transformaciones revolucionarias en la retaguardia republicana" a través de la punta de lanza de sus columnas milicianas, como la Columna de Hierro fundada por José Pellicer, "el Durruti Valenciano". Navarro añade que en la C. Valenciana "fue muy importante la colectivización, tanto agraria como industrial", impulsada por los cenetistas bajo el lema "Ni dios ni amo".

Anarquismo entre rejas

El régimen de Franco se lo hizo pagar caro. Fusilamientos, cárcel y represión de la que son testimonio viviente históricos militantes como Floreal. Tenía 30 años cuando fue detenido en su casa de Novelda. A su hija, de tan sólo 20 días, no volvió a verla sin una reja de por medio hasta ocho años después.

Era conductor de un camión de ocho toneladas con el que hacía rutas internacionales. Aprovechaba estas salidas para traer clandestinamente libros y propaganda libertaria a España que luego se distribuían por las universidades de Madrid, Sevilla, Barcelona y Valencia. Cuenta que en un mismo viaje llegó a pasar "hasta dos toneladas de libros" ocultas entre la carga.

Todo acabó en 1968, cuando Scotland Yard le detuvo en el ferry que cruza el canal de La Mancha. Iba a Londres. La policía británica le acusaba de transportar armas en el camión. Los gobiernos europeos, conmocionados por el Mayo francés, habían cerrado sus fronteras a los líderes anarquistas de aquella revolución que buscó la arena de la playa bajo los adoquines de París.

"Cuando me llevaron a comisaria me sorprendió ver mi foto junto a la de Dany el Rojo en los carteles", dice en alusión al hoy eurodiputado verde Daniel Cohn-Bendit, uno los referentes de aquel tumultuoso mayo. "Nunca he llevado armas, pero aquello era surrealista, pues, en todo caso, lo lógico es que las sacara del Reino Unido para traerlas a España y no al revés". Desmontaron el camión por completo pero no encontraron nada más que ciruelas.

Aún así, le expulsaron a Francia y los grupos libertarios de París le aconsejaron que no volviera a España. "Tenían razón, no debía de haber regresado, porque al mes me detuvo la policía franquista". Un juzgado militar le condenó en un juicio farsa a 16 años por un delito de "bandidaje y terrorismo".

Pero lo suyo, como recuerda, "no era estar en prisión", por lo que sus constantes intentos de fuga le llevaron a conocer hasta 13 cárceles de la dictadura. Una de las evasiones más sonadas que ideó fue con la que Eleuterio Sánchez, "el Lute", logró escapar del penal del Puerto de Santa María (Cádiz) el 1 de enero de 1971. El museo de Instituciones Penitenciarias aún guarda la cuerda de 22 metros que Floreal tejió con 118 carretes de hilo y con la que el autor de "Camina o revienta" se descolgó desde el tejado. "Saltó el Lute primero y enseguida empezaron los tiros, si le hubiera seguido me habrían acribillado". Aquello le costó ocho meses de incomunicación en una celda de castigo de las mazmorras. "Sólo me dejaban salir al sol una hora cada tres meses".

Hasta un parapente casero

Al ser sorprendido en la cárcel de Soria cuando trataba de confeccionar un parapente casero para sobrevolar el muro de la prisión, fue trasladado al penal de Segovia, donde planeó la fuga más famosa del franquismo: La huida de 29 presos políticos -24 de ellos militantes de ETA- por el alcantarillado el 5 de abril de 1976, después de haber cavado un túnel durante meses.

"El primero que dio la idea de una fuga masiva fui yo, y también conseguí la llave de una habitación que nunca se abría para poder esconder los materiales con que se excavó el túnel", relata. "La tenía el director sobre su mesa, y pedí una reunión con él, entrevista que aproveché para fotocopiar la llave con la mirada".

Sin embargo, ETA le marginó de la evasión al ver que rechazaba someterse a sus tesis. "Yo defendía que una vez fuera, cada uno se buscara la vida, pero la banda quería controlarlo todo y salió mal". Sólo cuatro de los fugados lograron huir a Francia, 24 fueron detenidos y uno cayó abatido por la Guardia Civil.

Floreal, como el resto de sus compañeros, no se ha cansado de luchar, "hay que moverse" dice. Señala que la CNT llega a su centenario "en pleno auge". Todo ello sin renunciar a los principios libertarios: "No podemos entrar en el juego de los políticos, porque todo aquel que entra en un Gobierno se corrompe, eso lo descubrió en prisión leyendo 'El Príncipe' de Maquiavelo"..