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Con los casos de corrupción amenazando como una espada de Damocles la campaña electoral de Camps y de sus alcaldes, el PP se juega, a partir de ahora, mantener la bolsa extra de votantes que permitía al jefe del Consell, hasta el momento, plantarse en Génova con un respaldo electoral por encima de la media, algo que, hasta que llegó el caso Gürtel en el que Camps está imputado por un presunto delito de cohecho impropio, le facilitó disponer de un notable grado de influencia sobre las decisiones de Mariano Rajoy. La victoria del PP en los comicios autonómicos de 1995 empezó a dibujar un escenario electoral diferente, que está completamente consolidado década y media más tarde.

Lejos de parecerse a sus referentes en el conjunto de España, el Partido Popular se comió la bolsa de votos del regionalismo concentrado en la provincia de Valencia mientras los socialistas iniciaron un lento declive electoral. Ambos, en todo caso, se empezaron a diferenciar, unos por encima y otros por debajo de la media, del comportamiento de sus votantes en el resto del Estado. Los populares valencianos, de hecho, desde ese momento, cosecharon unos resultados electorales que les permitieron situarse, en porcentaje, once puntos por encima del nivel que el PP obtenía en España. Eso le ha supuesto a los populares, hasta ahora, unos 210.000 votos extra de aportación a su zurrón de apoyos. Ese núcleo de electores es el que, en medio de la ola de casos de corrupción más grave que se recuerda en las tres décadas de autonomía, se juega mantener Francisco Camps que, después de los comicios municipales y autonómicos, podría situar su respaldo en un nivel más parecido al de la media estatal que registra el PP.

¿Por qué? Sencillo. Se trata de un núcleo de electores que, durante años, han respaldado primero a Zaplana y luego a Camps desde una posición moderada para evitar la vuelta al poder de un PSPV inmerso en guerras internas casi permanentes. Ahora, sin embargo, no están de acuerdo con la gestión popular y, sin una alternativa real, optarían por quedarse en casa.