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Personaje irrepetible y singular en la cultura valenciana, emigrante de éxito, avaro productivo, austero, empedernido soltero o cerebral estratega son algunos de los epítetos que ayer le dedicó al mecenas de Borriana, Vicent Cañada Blanch, el autor de su biografía póstuma y conciudadano, el profesor Vicent Franch, durante la presentación de la obra en la que ha trabajado más de una década.

Este visionario exportador de naranjas, que nació en 1900 y falleció en 1993, dejó un legado de 2.000 millones de pesetas (12 millones de euros) para que sus tres fundaciones (en Londres, Valencia y Borriana) continuaran premiando y becando a los jóvenes estudiantes. Hasta 1992, se habían beneficiado 340 personas, algunos de ellos son hoy rectores, profesores, investigadores, economistas de prestigio. Y la lista sigue creciendo.

"Cañada Blanch es un personaje crucial e irrepetible en la tradición más reciente de los valencianos porque no es habitual que un terrateniente de aquí fuera un hombre generoso más allá de la estricta caridad cristiana" aseguró Vicent Franch.

En su opinión, y tras haber revisado cientos de cartas, recortes, escritos, el protagonista de su obra "trabajó siempre en la línea que apuntan los economistas modernos: invertir el dinero en otros valores para luego volver a ellos y seguir viviendo".

El mecenazgo, que se prolonga 27 años después de su fallecimiento, lo desarrolló en vida, con propuestas como el colegio para niños españoles en Londres -el Instituto Español Cañada Blanch en Portobello- porque "una preocupación de don Vicent fue que los hijos de inmigrantes no se olvidaran de su propia cultura", apuntó Franch.

Es en la capital británica, a la que fue en 1920, donde ejerció la mayor parte de su actividad económica y se convirtió en el primer agente español importador de verduras del Reino Unido. "En la subastas de fruta de Londres fue el barón del Covent Garden. Personas como él hicieron buena la leyenda de que en ese mercado se hablaban dos lenguas: el inglés y el valenciano", comentó su biógrafo.

Y todo esto en una época en la que las relaciones entre España y Gran Bretaña eran muy distantes, siempre con el conflicto del Peñón de Gibraltar de por medio.

Un rasgo definitorio fue su austeridad. No se compró una casa aunque tenía un apartamento en El Perelló y un panteón para sus padres, donde fue enterrado en su ciudad natal. A principios de los años 70, coincidiendo con la clausura del mercado londinense, se traslada a vivir a Valencia, a un hotel: primero fue el Alhambra y, después, el Inglés. Su coche era un Seiscientos que él no conducía. Muy diferente de su convecino, el pianista José Iturbi, que cada vez que iba a Borriana, disfrutaba de pasear con su Rolls-Royce.

La biografía ha sido editada por la Institució Alfons el Magnànim de la Diputación de Valencia, bajo el patrocinio de la Fundación Cañada Blanch, y cuenta con el prólogo del hispanista Paul Preston, presidente de la Cátedra Príncipe de Asturias de Historia Contemporánea Española, una de las cátedras universitarias de esta entidad.

En la presentación de la obra: "Vicent Cañada Blanch. (1900-1993)" estuvieron ayer, junto al autor, el presidente de su fundación, Juan López-Trigo y el director, Luis Aznar ; el alcalde de Borriana, Josep Ramón Calpe y el director de la Institución Alfons el Magnànim, Ricard Bellveser.

Para la narración de esta "dilatada aventura de mecenazgo, de sus dificultades y de sus logros", el profesor Franch ha mirado también "la letra pequeña" y ha dedicado varios capítulos a desgranar la historia -política y cultural-más reciente de la Comunitat Valenciana y de España vinculada con el personaje: su relación con Manuel Fraga, con Joaquín Muñoz Peirats, las elecciones en el Ateneo, o su malestar por no recibir la Medalla al Mérito en el Trabajo.