El Procambarus clarkii, conocido en el entorno de la Albufera de Valencia como el cangrejo "americano", ha tenido un efecto positivo sobre algunos de los depredadores autóctonos del arrozal y la marisma próxima a Doñana y también sobre las especies propias del parque natural valenciano, especialmente algunas aves, según confirmó ayer José Luis Tella, coautor del trabajo realizado en el seno del Consejo Superior de Investigación Científicas (CSIC).

El trabajo, publicado en la revista Conservation Biology, demuestra que el 60% de los depredadores del sistema húmedo han incluido este cangrejo en su dieta y con ello han escalado posiciones en la cadena trófica, aunque provocando también importantes desequilibrios, según destacan los autores.

Según la investigación de la Estación Biológica de Doñana, "cuanto mayor es el consumo de cangrejo por parte de una especie, mayor ha sido el aumento de su población", señalan los autores. Así, entre las aves que hibernan en la zona de Guadalquivir colonizada por el cangrejo americano, se han producido incrementos poblaciones del 300%, mientras las aves herbívoras se han mantenido con la población estable durante los últimos 30 años.

Según José Luis Tella, investigador del CSIC y coautor del estudio, los datos obtenidos en la marisma del Guadalquivir son "extrapolables" a la fauna del parque natural de la Albufera, cuyo entorno es similar en muchos aspectos al de la periferia de Doñana.

El Procambarus clarkii apareció en Doñana en 1973 y poco después se instalaba en la Albufera. Diez años después se había generalizado su consumo por los depredadores, que valoran su tamaño y que en invierno y otoño escasean las presas alternativas.

En la Albufera, el cangrejo americano ha arrastrado tradicionalmente la "mala fama" derivada de su rápida expansión, que ha propagado una enfermedad letal para el cangrejo de río autóctono y por los daños que provoca al perforar las acequias y motas de la Albufera.