Las intenciones del Gobierno de promulgar una ley de muerte digna y cuidados paliativos basándose en la normativa de corte homónimo aprobada en Andalucía el pasado mes de marzo ha removido las conciencias del mundo sanitario valenciano. A escasas 24 horas del anuncio protagonizado por Alfredo Pérez Rubalcaba, el arzobispado de Valencia organizó ayer sus IV jornadas de Bioética. Casualidad o no -con la normativa saliendo del horno- la cita se convirtió en la oportunidad perfecta para pulsar la opinión del mundo sanitario cristiano de la Comunitat Valenciana sobre la futura legislación estatal.

Un palabra suscitó las dudas de los más de 200 profesionales sanitarios, capellanes de hospital, sacerdotes y agentes de pastoral presentes en la cita: eutanasia.

Así lo expresó Concha Gramage, presidenta de la comisión diocesana de la Pastoral de la Salud de Valencia, "aunque la puesta en marcha de la ley puede suponer una buena noticia, no me fío de su desarrollo". De discurso afable, la portavoz religiosa rechazó cualquier concepto cercano a la provocación intencionada de la muerte, "no acepto el término en ningún caso y temo que la futura regulación trace un caminó para la aplicación de la eutanasia en nuestro país . Estoy a favor de los cuidados paliativos con el objetivo de que no se sufran daños innecesarios y se pueda vivir tranquilamente. Pero ahí me quedo".

Mundo espiritual

Con el poso que otorga toda una vida dedicada a la atención de los enfermos como auxiliar de clínica en el ala infantil del hospital la Fe, Gramage explicó que "todos las pacientes, creyentes o no, quieren los mejores cuidados a su alcance cuando los necesitan. En este campo también entra el mundo espiritual". La presidenta explicó que "al final, el hombre necesita creer dentro de sí para darle un sentido a su vida. Yo he vivido muchas experiencias con personas laicas que han agradecido una atención religiosa en un momento difícil"

La representante católica indicó que la pastoral de la salud de Valencia integra a más de 1.000 personas que trabajan por la "evangelización en el mundo sanitario", entre los miembros de las más de 500 parroquias encargados de este tarea y los capellanes que visitan en seis hospitales de la ciudad, "nuestro trabajo es ayudar a los enfermos con la religión. La Fe la da Dios, nosotros solamente la facilitamos. No hay que imponer nada a nadie".

Sobre los actuales métodos imperantes en nuestro sistema sanitario, Concha Gramage destacó que "los médicos lo están haciendo muy bien. El servicio religioso debe ser una parte más, la presencia del capellán puede contestar muchos interrogantes. Espero que no venga una nueva ley para cambiarlo todo".

"Espero que no se atrevan a llegar tan lejos con la nueva normativa"

Si hay un colectivo que se verá afectado por la futura aplicación de la ley de cuidados paliativos es el de los propios enfermos, ya que se trata de fiscalizar su derecho de elección. Carmen Flores, presidenta de la asociación El Defensor del Paciente, comentó que "siempre hemos mantenido que hay que contar con una norma que recoja los derechos del paciente. Nadie puede supeditar su propio deseo". A su vez, se mostró partidaria de conocer los entresijos de la futura legislación sanitaria, "no podemos aceptar que el criterio médico prevalezca". Sobre la posible apertura hacia la eutanasia, Flores expuso que "no creo que se atrevan a ir tan lejos", aunque matizó que "al Papa querría preguntarle si le gustaría vivir con dolor".

"Los políticos no pueden arrogarse el derecho a la vida"

Andrés Canovas, presidente de la Conferencia Estatal de Sindicatos Médicos (CESM), también valoró la llegada de la nueva norma sanitaria. El neuropediatra valenciano argumentó que "los cuidados paliativos forman parte de un tratamiento que se da desde siempre. Supongo que la ley aportará un planteamiento específico para los derechos de un paciente terminal". Remarcó que "debe articularse como un instrumento para que el enfermo sufra lo menos posible" y rehusó la puesta en marcha de métodos relacionados con la eutanasia, "los médicos en su juramento hipocrático defienden la vida". Por último, destacó que "un político no puede arrogarse el derecho a la vida ni la última decisión depender de un médico". j. l. g. ll. valencia