Ésta no es la historia de un cotilleo revestido de seriedad ni el relato anecdótico de cómo dos lesbianas llegan a ser madres. Es, más bien, el testimonio de una política homosexual, la concejal socialista de l´Eliana Isabel Castelló, que ha podido colmar sus aspiraciones familiares contrayendo matrimonio con su novia y siendo, desde el lunes, madre de una hija. Y que lejos de esconderse o preferir la duda pública —lo habitual— quiere subrayar su orientación sexual para ayudar a abrir los ignominiosos armarios de la homosexualidad. Por una razón: «Los políticos gays que no vivimos perseguidos —dice— tenemos la obligación de dar testimonio de una vida normalizada y con plenitud de derechos. Así ayudaremos a que otros homosexuales que viven discriminados, o que incluso mueren a diario por su condición sexual en otras partes del mundo, tengan la esperanza de que esto es un derecho que nos corresponde a todos».

Este alegato espontáneo, que trasluce un poso de reflexión, lo hace Isabel Castelló todavía en el hospital Clínic de Valencia. Acaba de ser madre. El lunes, su esposa Marta Obrador, dio a luz a una niña de 3,2 kilos. La pequeña ya tiene el SIP y allí figura su nombre: Alejandra Castelló Obrador. «El orden de los apellidos ya lo teníamos acordado, pero ha coincidido con el orden alfabético que quiere establecer el Gobierno», apostilla quien, además de ser concejal de Juventud y Participación Ciudadana de su pueblo desde los 19 años, es también secretaria de Innovación y Nuevas Tecnologías del PSPV provincial. Ahora toca inscribir al bebé en el registro civil de l´Eliana. «Y como tenemos libro de familia y ha nacido dentro del matrimonio, yo seré su madre igualmente y no hará falta que me inscriba como madre adoptante», augura.

Compañeras sentimentales desde 2003, Isabel y Marta se casaron el 26 de abril de 2008 en el Ayuntamiento de l´Eliana. «Desde entonces, empezamos los tratamientos para ser madres. Necesitábamos un donante, que encontramos en el IVI. Y durante el proceso nos hemos encontrado con anécdotas simpáticas, como que te pregunten de cuántos meses estás embarazada al decir que vas a ser madre, o que en las clases de preparación al parto —donde yo era la única mujer entre todos los hombres— me quisieron dar la almohada y la pelota hasta que dije que yo iba de acompañante. Pero nunca hemos notado muestras de discriminación. Al contrario: vivimos extraordinariamente queridas en nuestra comunidad», cuenta. Y añade algo relevante: «Yo no valoro especialmente que me respeten, porque lo doy por sentado. Lo que no toleramos es ninguna falta de respeto».

Creyente y defensora de la familia

Frente a quien crea en maniqueísmos simplones, Isabel Castelló enriquece la gama de grises. «Yo sí que creo en la familia tradicional, pero entendiéndola como personas que prestan su apoyo y su afecto a sus familiares y que, además, educan en valores a sus hijos. Además, soy una firme defensora del importante papel de la familia en la sociedad y en su capacidad transformadora. ¡En ese punto podría ser hasta conservadora! Y para colmo de la esquizofrenia —añade en tono irónico—, soy creyente». Pero sin problemas morales ni religiosos. «Lo único es que no nos sentimos representados por la actual jerarquía eclesiástica, que muestra su rechazo y su persecución hacia los homosexuales», lamenta la edil.

Todavía aporta una última reflexión: «Sé que muchos compañeros políticos son de otra opinión y aluden a que su orientación sexual pertenece a la esfera de la vida privada y la intimidad. Pero eso es falso, porque somos seres sociales y vivimos en un mundo social donde esto es relevante». De ahí que defienda su consigna para todo aquel que pueda aplicarla: «Ni armarios ni cajones. Hay que vivir en libertad».