Joan Calabuig Rull no es un candidato por cuenta propia. Sus dos irrupciones explosivas en escena para apoyar la instalación del Parque de Ferrari en la Comunitat Valenciana o para defender una solución pactada al conflicto del Cabanyal no fueron ocurrencias de una mañana ociosa. El giro político que el candidato socialista a la alcaldía pretende imprimir a la estrategia de oposición seguida por su partido está consultado, hablado y pactado con el líder de los socialistas valencianos, Jorge Alarte. Los titulares, por así decirlo, y todos los matices. En el caso de Ferrari, comunicó su apuesta por que la inversión respondiera a un consenso político y social previo y que, por encima de todo, el posible dinero público que se aportase siguiera los principios de transparencia y estudio previo de viabilidad de la inversión.

Respecto a la prolongación o conexión de Blasco Ibáñez con el mar previo acuerdo con los vecinos afectados y con el menor impacto posible, Calabuig se puso en contacto con Alarte antes y después de sus polémicas declaraciones. Una vez estalló el asunto, se celebró una reunión el domingo por la noche en la cuarta planta de la sede socialista de la calle Blanquerías, en el despacho de Jorge Alarte. Asistieron, además de éste, el propio Calabuig y la portavoz municipal socialista, Carmen Alborch. Fuentes próximas al secretario general indicaron a este diario que, durante el encuentro, la portavoz expresó su malestar por las declaraciones de Calabuig, de las que se enteró, según trasladó, por la prensa. Es más, llegó a pedir, observaron las mismas fuentes, que el nuevo aspirante a la alcaldía saliera públicamente a rectificar sus palabras para despejar la idea de que la nueva cara del cartel electoral, con el visto bueno de Alarte, rectifica la posición del grupo que ha liderado Alborch en un asunto nodal de la estrategia de oposición. Más aún cuando hace exactamente dos sábados se celebró una convención municipal de los socialistas en la que, entre otras, se aprobó una resolución en la línea clásica de radical oposición a la prolongación de Blasco Ibáñez y de defensa de la Pepri, la alternativa socialista para el barrio. Al menos la que se ha defendido hasta hace unos días, con 300.000 dípticos, 3.000 carteles y unos cuantos miles de euros.