La Universitat de Valencia acaba de publicar la primera síntesis histórica sobre los bombardeos aéreos que sufrió la Comunitat Valenciana durante la Guerra Civil, una obra en la que por vez primera se reúnen los nombres y apellidos de más de 1.300 víctimas de esta «muerte que venía del cielo». Los autores de este trabajo, los catedráticos de Historia Contemporánea de la Universitat de Barcelona (UB), el emérito Rafael Aracil y Joan Villarroya, revelan que en los 637 días de bombardeos que sufrió la C. Valenciana entre 1936 y 1939 murieron casi dos mil personas, la mayoría mujeres, niños y ancianos.

Villarroya (Badalona, 1953) dedica el libro a la memoria de su padre, hijo del municipio castellonense de San Rafael del Riu. Mientras que Aracil, que nació en Alcoi hace 70 años y se licenció en la Universitat de València, continúa investigando en el Centre d´Estudis Històrics Internacionals (CEHI) de la UB. El historiador alcoyano ha estado recientemente en Valencia para participar en las jornadas que la Universitat ha dedicado al historiador catalán Jaume Vicens i Vives con motivo del centenario de su nacimiento. El Estudi General ha homenajeado a los discípulos de Vicens i Vives que sentaron catedra en sus aulas, como Emili Giralt, profesor de Aracil en Valencia.

En su libro recoge una anotación del diario personal del conde Galeano Ciano, yerno de Mussolini y ministro de Exteriores de la Italia fascista, en la que el 26 de agosto de 1937 ordena que esa noche se bombardee Valencia «para aterrorizar al enemigo». ¿Ése era el objetivo prioritario?

Sí, ése es uno de los principales objetivos. Se sabía que aterrorizando a la población se tenía una parte de la guerra ganada. Esto ocurre no sólo en Valencia, sino en cantidad de municipios que sufrieron bombardeos absolutamente inútiles desde el punto de vista militar. Como el bombardeo del mercado de Alicante, el de un tren en la estación de Xàtiva o el ataque sobre Manuel. En todos ellos hay muchos muertos y es evidente que no son objetivos militares de ninguna manera. Lo que se trataba es de aterrorizar al enemigo en la retaguardia, cosa que después se utilizará también en la II Guerra Mundial.

Los bombarderos que Mussolini y Hitler pusieron al servicio de Franco castigaron 50 municipios valencianos. En su obra explica que la Aviazione Legionaria arrojó en 121 días de ataques sobre la C. Valenciana 717,7 toneladas de bombas. Aparte de muerte y devastación, ¿qué otros efectos destacaría de esta tempestad de acero?

Sus consecuencias psicológicas sobre la población. Una cosa son los grandes bombardeos que causan un terror importante, como los ya citados del mercado de Alicante, el de Xàtiva, o Valencia, ciudad que padeció algunos meses terribles, y otra los ataques sobre municipios pequeños: Rossell, Benasal, Manuel... donde hay cinco, seis, 10 o 12 muertos, pero se trata de pueblos con 500, 1.000 o 2.000 habitantes. Esto es algo que aterroriza a la población, que la deja en casa absolutamente inactiva. Y este era uno de los objetivos.

Su investigación revela que la C. Valenciana fue bombardeada 637 de los 992 días que duró la guerra, con diversos ataques en un mismo día. ¿Cuántas personas murieron bajo las bombas?

Nosotros hemos contabilizado 1.850 muertos en los bombardeos del País Valenciano, de los cuales hemos podido identificar a 1.322. Seguramente hubo más, pero este balance creemos que es un aproximación bastante buena. De estas muertes hay que pensar que sólo cinco ciudades suman 1.408 víctimas: Valencia, con 515; Alicante, con 490; Xàtiva, 144; Castelló, 131, y Segorbe, 128. Si a ellas se añaden Sagunt, con 78 fallecidos, Alcoi (64) y Vila-real (48), se alcanzan las 1.600. Estas ocho ciudades son un concentrado de lo que fueron los ataques aéreos.

Una estadística publicada en enero de 1939 cita hasta esa fecha más de 800 muertes en Valencia por los bombardeos, cifra que su estudio reduce a 515. ¿Por qué esa diferencia?

Hemos preferido ir sobre seguro y ser rigurosos. Esa estimación, que no sabemos si fue más o menos acertada, tendría que haber dejado un rastro. ¿Dónde están esos 800 muertos? Para localizarlos hemos intentado, primero, dos cosas. Una, consultar los registros civiles, sobre los que hemos hecho un análisis muy estricto, y, dos, intentar diferenciar entre las víctimas de un bombardeo y los soldados heridos que mueren tras ser evacuados del frente, que en una ciudad como Valencia había cantidad. Mientras no se puedan constatar esos 800 muertos, que quizá alguna vez se pueda, me inclino por la cifra que nosotros hemos podido comprobar.

Esta obra es única porque por primera vez se ponen nombres y apellidos a más de 1.300 víctimas valencianas de, cómo ustedes dicen, «la muerte que venía del cielo». ¿Cómo ha sido esto posible?

Primero recogiendo toda la información que una cantidad inmensa de historiadores valencianos ha elaborado en los últimos años sobre los bombardeos del País Valenciano, sobre todo a partir del año 1985. Desde mitad de la década de los 80 del pasado siglo hay mucha gente que empieza a trabajar en estos temas. Entonces, de una manera dispersa, había nombres y apellidos en muchos sitios que hemos intentado recoger en esta obra. Luego a partir de las fechas y los lugares de los bombardeos hemos analizado los registros civiles en busca de posibles víctimas de los ataques, identificándolas a partir de la causa de la muerte. Ha sido, como se decía antes, ´un trabajo de chinos´, porque a veces las víctimas no se anotan en el registro civil la jornada después del ataque, sino días e incluso meses después. Creo que este libro es una buena y primera aproximación a los bombardeos del País Valenciano, que tiene que perfilarse mucho mejor. A partir de aquí se puede trabajar mucho mejor este tema. Así, por ejemplo, Alicante, que tuvo 490 muertos, creo que debería tener una monografía sobre los ataques aéreos. Pienso que este listado de muertos ira perfeccionándose, pero de momento hay esto, una síntesis sobre los bombardeos en el País Valenciano, que no estaba hecha.

¿Qué sintió al redactar la lista de muertos y ver que la mayoría son mujeres, niños y ancianos?

Rabia e impotencia. Han pasado más de 70 años y piensas que esto se sigue repitiendo exactamente igual en otras partes del mundo. A pesar del avance de la democracia, la ciencia y la tecnología, a pesar de que parece ser que somos mejores que antes, que hemos aprendido de la historia... estas matanzas siguen ocurriendo. España fue en 1936-1939 un campo de experimentación de otras potencias, y ahora esto está pasando en otras parte del mundo. Esto no ha cambiado. La única variación ha sido a peor, pues ahora muere más gente porque la potencia destructiva de las bombas es mucho mayor. Hay que pensar que en estas incursiones sobre del País Valenciano, los que bombardeaban eran dos, tres aviones, cinco, seis ´Savoias´. Ahora no, ahora en cada bombardeo participan cientos de aviones.

A su juicio, los bombardeos sobre la C. Valenciana tuvieron una «dudosa eficacia militar».

De eficacia militar, ninguna, porque los objetivos no eran militares. Los objetivos estratégicos se alcanzaron pocas veces incluso. Las grandes fábricas textiles y metalúrgicas de Alcoi o del Valle del Vinalopó, no fueron destruidas. Sí, es verdad que algunas fábricas resultaron dañadas gravemente por las bombas, pero en general la capacidad productiva de las fábricas valencianas durante la guerra no bajo demasiado. La industria bélica continuó funcionando. Entonces, estos muertos ¿para qué y por qué?

Además, destacan en el libro que muchos de estos bombardeos contra la población civil llegaron en un momento que no tenía ningún sentido, pues se hicieron cuando Franco ya tenía la guerra prácticamente ganada. Así, por ejemplo, inciden en que sólo en los tres últimos meses de la contienda la C. Valenciana sufrió 80 ataques aéreos que dejaron 242 muertos.

Pero no sólo en 1939, sino también a finales de 1938 e incluso antes, pues después de la Campaña de Levante —la ofensiva que el bando franquista lanzó sobre Castelló y Valencia entre abril y julio de 1938— y la Batalla del Ebro que le siguió (entre julio y noviembre), a partir de estos momentos ya se sabe que la guerra estaba acabada, y en 1939 más todavía. Imagínese que el último muerto de los bombardeos de la Guerra Civil tiene lugar en Gandia el 28 de marzo de 1939. Y, además, hay 50 muertos en Valencia en 1939 y más de 30 días de bombardeos...

Entonces, ¿para qué derramar tanta sangre si la contienda ya estaba ganada?

Porque se estaba preparando el camino de la victoria, y para ello había que aplastar a las posibles poblaciones que podían oponerse. La guerra terminó el 1 de abril porque los vencedores pensaron que el camino de la victoria ya estaba allanado, que quedaba poca gente que podía levantar la cabeza. Cuando eso se sabe, se acaba la guerra, porque sino la hubieran continuado. Y eso es terrible todavía ahora.

La mayoría de los bombardeos más mortíferos que sufrió la Comunitat Valenciana fueron protagonizados por la aviación italiana. ¿Usted cree que, al igual que ha hecho Alemania en Guernica, Italia debería pedir perdón por los ataques sobre las ciudades valencianas?

Sí, deberían hacerlo en unas cuantas ciudades valencianas. En Xàtiva, en Alicante... En esta capital, el bombardeo del mercado el 25 de mayo de 1938 superó los 250 muertos, ¡Más que en Guernica! El objetivo era un mercado en pleno centro urbano y lleno de gente. ¿Cómo se pudo pensar este ataque? ¿Cómo se pudo equivocar la Aviazione Legionaria que no se equivocó nunca? Que iba al puerto y bombardeaba el puerto. Y si fue un error, con más razón todavía Italia debería pedir perdón.

«Levante-EMV hizo un grandísimo trabajo»

La monografía sobre los bombardeos de la Comunitat Valenciana que firman los catedráticos de la Universitat de Barcelona Rafael Aracil y Joan Villarroya cita entre la bibliografía utilizada para elaborar esta síntesis histórica los dos suplementos publicados por este periódico en 2009 con motivo del 70 aniversario del final de los ataques aéreos sobre la población valenciana.

«Yo creo que Levante-EMV hizo un grandísimo trabajo—explica Aracil—, que a mí me dio pistas realmente buenas. Agradezco que el periódico realizara estos suplementos, porque si hubiéramos publicado el libro antes de aparecer los suplementos de este periódico habrían quedado cosas sueltas que después me habría dado mucha rabia no haberlo conocido antes. Tuve la suerte de que esto se publicó antes de que finalizásemos nuestro libro, con lo que me dio muchas pistas sobre bombardeos a pueblos, con fechas de los ataques y las víctimas mortales que dejaron. Esto nos facilitó mucho nuestro análisis de los registros civiles.»

Este diario, en un esfuerzo sin precedentes en la prensa valenciana, recuperó la memoria gráfica de los bombardeos a través del trabajo del fotoperiodista de Levante-EMV e historiador de la fotografía, José Aleixandre, quien reprodujo 882 fotografías aéreas, la mayoría nunca vistas por el gran público, y documentos de los bombardeos de Mussolini sobre la C. Valenciana, que se guardan en el Ufficio Storico dell´Aeronautica Militare de Roma.