A todas, sin excepción, les parece "fatal" la desaparición a partir del uno de enero de los 2.500 euros de ayuda por recién nacido. Y aunque muchas lo entienden, remarcan lo ilógico que ha sido que esta medida se aplicara de forma indiscriminada a todo el mundo y que, ahora, los que lo necesitan de verdad se queden a dos velas.

"Me parece muy mal que lo hayan quitado y además para todo el mundo porque hay muchísima gente a la que le hace muchísima falta y más ahora". Lo afirma Marta B. P., farmacéutica de 33 años que está embarazada de 34 semanas y ha preferido no salir en la foto. Ella, como el resto de las mujeres que ayer asistieron a la clase de preparación al parto que imparte la matrona Encarnita, en el centro de salud de Russafa, no es partidaria de que se lo provoquen -en caso de que saliera de cuentas a primeros de año, que no es su caso- solo por cobrar el cheque-bebé.

Mónica Terrada, de 39 años en su 35 semana de gestación expresa con pasión que la obligación del médico es negarse si alguna mujer se lo pide.

"Cuando quitaron el cheque-bebé -agrega- yo ya estaba embarazada y no han respetado el tiempo de los nueve meses para ser equitativos con la ayuda porque había familias que contaban con ello".

"Yo, igual si lo necesitara mucho, si tuviese mucha necesidad económica, lo mismo lo pediría pero voy a dejar que pase lo que tenga que pasar; sé que en la clínicas privadas van a adelantarlos para que cobren las mujeres y en la sanidad pública no", declara Carolina Ruiz, maestra, que se encuentra en la 36 semana y que en un principio quiso pensar que el Gobierno ampliaría el periodo de aplicación de la ayuda a las que ya estaban encinta. "Es normal que lo quiten -añade-, por un lado lo entiendo porque es un dinero extra que no hay, pero hay cosas de las que también se podría prescindir, como el aeropuerto de Castelló, y ahí siguen".

Ana Yuste, de 38 años, química, está en la 32 semana. "No me parece bien que desaparezca pero hay que tomar medidas y ésta es una de ellas, a mi me pilla justo pero me preocupa más el permiso de maternidad que me parece muy corto que el dinero; yo no pediría que me lo adelantaran porque no voy a poner en riesgo la salud de mi hijo".

"Antes consideraba que no era justo la misma ayuda para todos y que tenía que haberse dado de forma proporcional a los ingresos", afirma Beatriz Berdequé, de 34 años, en la 32 semana de gestación de su segunda hija, que califica de "barbaridad" que se induzca un parto para cobrar este dinero, "aunque en la privada seguro que hay un porcentaje de partos programados e incluso con cesárea".