La entrada en servicio del tren de alta velocidad entre Valencia y Madrid significa el cumplimiento de un sueño logrado con el esfuerzo de muchos tras 22 años de expectativas, debates, proyectos y obras. Atrás quedan las encendidas polémicas sobre si la línea entre la capital española y la costa valenciana debió ser la primera en el desarrollo del nuevo modelo ferroviario o si se tuvo que trazar por lugares distintos a los elegidos para su paso. Porque desde mañana domingo, primer día del servicio para viajeros, el sueño deja de ser tal y se convierte en un reto para la Comunitat Valenciana. En un contexto de profunda crisis económica y con medio millón de desempleados, el tren que circula a 300 kilómetros por hora puede y debe ser recibido como una oportunidad de desarrollo económico, social, laboral, de innovación y de otros tantos factores que se han ido analizando en los últimos meses y que han tenido su puntual y necesario eco en las páginas de Levante-EMV, un diario que desde el primer momento apostó por el futuro que representaba la alta velocidad para los valencianos frente a quien veía ese proyecto como un servicio público como tantos otros, demasiado caro para convertirse en rentable.

Como ha quedado demostrado en las ciudades españolas que disponen de alta velocidad ferroviaria y también en numerosas capitales europeas, este modelo de transporte no se limita a trasladar viajeros de unos lugares a otros: crea nuevos polos de desarrollo económico, tanto en los extremos de las líneas como en los lugares que atraviesa; refuerza actividades inmobiliarias, de alquiler o de segundas residencias, de turismo, de ocio, incluso cambia hábitos de consumo. Pero todos esos cambios que los informes y las experiencias de otros permiten vaticinar no llegan solos. Necesitan estar acompañados del esfuerzo y la capacidad creativa de los que siempre ha hecho gala el pueblo valenciano. Para atraer un nuevo turismo o nuevas actividades habrá que trabajar más y mejor, compitiendo con otras ciudades y comunidades que ya disponen de medios de transporte equivalentes o se verán equipadas con ellos en los próximos años, dentro de la planificación que Gobierno, autonomías y ayuntamientos tienen prevista para la expansión de este esperado servicio. Cabe destacar en este punto las fundadas expectativas de que Alicante se incorpore a la alta velocidad en 2012 y Castelló en el 2014, aunque desde mañana mismo las dos ciudades dispongan ya de un anticipo gracias a los trenes de ancho variable. Para todos, pues, se cumple el sueño del AVE. Empieza el reto.