La llegada del tren a Valencia fue considerada como un «hito» en la historia de la ciudad. Era el tercer municipio, tras Barcelona y Madrid, en implantar el sistema ferroviario y sus ciudadanos no escatimaron en celebraciones. «El Diario Mercantil de Valencia», antecesor de Levante-EMV, narró la llegada de esta infraestructura que fue considerada «un paso gigantesco dado en la senda de un venturoso porvenir». El primer tramo del trayecto Valencia-Xàtiva fue el que unía la capital del Turia con el Grau, que fue inaugurado el 21 de marzo de 1852. «Valencia se ha trasladado a la orilla del mar», afirmaban.

Crónica el 23 de marzo de 1852 en el «Diario Mercantil de Valencia»

«Valencia se ha trasladado a la orilla del mar. Anteayer tuvo lugar la inauguración de la primera sección del ferrocarril, acto que se verificó, como habíamos previsto, en medio de las más espontáneas muestras de entusiasmo, y al que asistió una numerosísima concurrencia, que miraba aquella ceremonia como paso gigantesco dado en la senda de un venturoso porvenir».

El periodista no escatimaba elogios a la gesta y con el lenguaje de la época lanzaba constantes loas. «No alcanza la pluma a describir la sensación de orgullo que se veía pintada en todos los semblantes, el sentimiento de gozo que hacía palpitar todos los corazones [...] Era solo una sección la que se iba a abrir, pero la más costosa, la que más dificultades de construcción había presentado, y he aquí porqué todos mostraban un regocijo, un entusiasmo más proporcionado a las consecuencias que este ferrocarril debe tener, que a la distancia que separa el Grao de Valencia».

Como en el AVE en su llegada a la capital del Turia, también hubo problemas: «El desaliento que produjo hace algún tiempo la deconfiture de la compañía anglohispana había desaparecido; ya no se oía el estéril ojalá que solía andar en boca de todos al hablar del ferrocarril vista de los hechos el cambio sufrido lentamente por la opinión pública se revelaba en toda su fuerza: ya no se oían más que lisonjeros cálculos sobre el porvenir de la empresa y sinceros elogios a las personas que en llevarla a cabo han tenido parte».

El redactor mostraba el orgullo de los valencianos al ver este nuevo «invento de los sabios»: «Y no era extraño cuando los economistas miraban el perfeccionamiento de las vías de comunicación como el único medio de resolver el problema social que agita y perturba la edad moderna; cuando los políticos fían a los caminos de hierro la realización de ese dorado sueño de la paz universal cuando unos y otros atribuyen al uso de esta maravillosa invención el engrandecimiento mercantil de la Inglaterra, la existencia política de Bélgica, el rápido crecimiento y engrandecimiento de Estados Unidos y la futura unión de los pueblos germánicos».

En el caso del AVE, Valencia será la decimoséptima ciudad que reciba el «hito» de la alta velocidad. Se mostraba orgullo por ser los terceros en acoger el tren: «El ferrocarril valenciano era el tercero que se inauguraba en España. Así Valencia marcaba de un modo explícito la posición que ocupa en la península. Barcelona, centro de la industria, asiento privilegiado del espíritu mercantil, abrió tres años antes el ferrocarril de Mataró. Madrid inauguró el de Aranjuez el 9 de febrero de 1851; Valencia colocaba su nombre después de aquellas poblaciones y miraría con desdén tantos proyectos realizados como han bullido en otras provincias, si los esfuerzos para conseguir una mejora como la de los caminos de hierro, no fueran siempre dignos de aplauso y admiración».

Ya en la crónica en sí de lo que fue la propia inauguración retrataba a los protagonistas de la época. «Allí, mientras el ilustrísimo señor Don Pablo García Abella, arzobispo de esta diócesis, se revestía para el acto de la bendición en una sacristía preparada al efecto, la dirección ofreció a sus SS AA los duques de Montpensier dos colecciones lujosamente impresas sobre gró de las poesías que habían escrito en celebridad del acontecimiento los señores Benedito, Boix, Castells, Pascual y Genís, Monforte, Gras, Reig y García Cadena. Porque es de notar que las musas valencianas han tomado no pequeña parte en la alegría de los hijos del Turia, y que los poetas se han inspirado esta vez con las emanaciones del vapor y el rugir de las locomotoras tan bien como se inspiraban hace un siglo con las clásicas aguas de la fuente de Castalia: bien es verdad que el caballo Pegaso tiene que menear mucho las piernas para alcanzar a una locomotora, lo cual no hace presumir si dentro de poco se habrá quedado muy atrás el veloz habitador del sagrado monte».

«Un gentío inmenso ocupaba los bordes del camino, desde la estación de Valencia a la del Grao, y se agolpaba osadamente los coches para recoger de ellos los numerosos versos que de ellos se arrojaban, faltando poco para que se metieran bajo las ruedas. ¡Cuan pronto se familiariza la muchedumbre con las grandes cosas que asombra a los sabios!», explicaba.

Los directores del proyecto agradecieron a José Campo, Marqués de Campo, su apuesta por esta infraestructura: «¿Quién duda hoy que solo la audacia y decisión de Don José Campo podía haber conseguido en tan poco tiempo los grandes resultados que anteayer se hicieron palpables?

Un día después y también en «El Mercantil de Valencia» el periodista valoraba la gesta: «Ahora que estamos ya en posesión de la primera sección de nuestro ferrocarril; ahora que hemos dado el primero y más importante paso [...] que sea Valencia la primera que establezca la línea deseada entre el Mediterráneo y la Corte».

Viajar en tren podía dañar el cerebro

El 28 de octubre de 1848 partía el primer tren en territorio español que cubría el trayecto Barcelona-Mataró. Cuentan las crónicas de la época que debido a la velocidad que alcanzaba, 60 km/h, «huyen espantados los caballos, los bueyes, los rebaños que transitan los caminos, como para dar testimonio de la debilidad de sus fuerzas ante el humano poderío». Los agricultores más supersticiosos al ver el revuelo que causaba en su ganado, lo reputaban a invención de Belcebú. Los menos crédulos denunciaban un fraude y suponían que un tronco de caballos se escondía bajo el armazón negro de la máquina. El mundo científico estaba dividido, algunos pensaban que el cerebro, agitado por la celeridad de la marcha, se dañaría al chocar con las paredes del cerebro; éstos advertían que la sucesión de imágenes en las ventanillas podría irritar los ojos. levante-emv valencia

«Locomotoras empavesadas y con banderolas»

El «Diario Mercantil de Valencia» también dio fe de la llegada del tren a Xàtiva. Significaba un paso fundamental entre la unión de Madrid y la capital del Turia, ya que con el enlace con Almansa completaba el trayecto. Fue vivido con gran entusiasmo tanto por valencianos como setabenses.

El 22 de diciembre de 1854 el periódico informaba: «Lo que hace cuatro años solo era un proyecto cuya realización se creía una quimera, es hoy un hecho consumado. Estas palabras pronunciadas ayer por José de Campo resumen y expresan perfectamente la idea que dominaba en el acto de la inauguración de nuestro ferrocarril. Recordábase entonces la desconfianza con que tuvo que luchar la empresa en sus primeros pasos y los grandes obstáculos que se han opuesto a su terminación: teníase presente que ha tenido en su marcha terribles inundaciones, incendios que han destruido obras importantísimas, y que ha atravesado un periodo de revolución, de epidemia y de crisis mercantil. El vencimiento de estas dificultades dio paso a la satisfacción general».

El cronista narraba el acto perfectamente: «A las diez de la mañana salieron dos trenes de la estación, conduciendo a gran número de personas. Las dos locomotoras, empavesadas y haciendo ondear vistosas banderolas, en que se veían los colores nacionales, atravesaron en un brevísimo espacio el camino que recorre la vía. La banda de artillería, colocada en un coche al frente de los trenes, amenizaba el trayecto, y los viajeros, ansiosos de llegar al término tan deseado por los valencianos, asomaban sin cesar a las portezuelas, dirigiendo la vista hacia Játiva, que era aquel día la meta hacia donde se dirigían los deseos. La meta se ha prolongado y tal vez no está lejos el día en que los valencianos y setabenses corran juntos a hacer oir dentro de los muros de Almansa el grito de júbilo de fecunda unión que anteayer resonaba en la antigua Sétabis». El periodista recrea a personajes vitales en la consecución de la obra como el accionista Agustín Olanier, de Xàtiva.