La crisis económica no perdona. Ni siquiera a los animales que durante años han hecho las delicias de los más pequeños. La captura en Siete Aguas de una loba escapada del recinto del Parque de la Naturaleza Fauna Ibérica, cerrado el pasado marzo por las dificultades económicas de la empresa promotora, puso en evidencia la fragilidad de estos parques y de sus habitantes. Pese a su fiereza, tigres, osos leones y lobos, solo son víctimas en lugar de predadores.

Al cierre definitivo del Safari Park Verger habrá que sumar con toda probabilidad el de Fauna Ibérica en El Rebollar (Requena), por no hablar el descenso en el número de visitantes de Biopark, de la regulación de empleo en terra Natura, las dificultades del Safari Aitana o los problemas de financiación de instituciones como el Arca de Noé y el proyecto de Jane Goodall para la recuperación de primates en Villena.

La Comunitat Valenciana, debido a su clima benigno y a una tradición que se remonta a varias décadas, concentra el mayor número de parques de fauna de España, especialmente en la provincia de Alicante. Algunos no han podido soportar una crisis que es económica y está reñida con el gasto en ocio, pero también es una crisis de adaptación a la nueva normativa europea sobre zoos, que incluye normas y requisitos difíciles y caros de digerir en muchos casos para las empresas.

Nadie entre los consultados acepta que exista una crisis de modelo. "Los niños siguen reservando su mejor cara de asombro para los animales", afirma un ex monitor de Fauna Ibérica.

El drama del cierre

El cierre es en este sector la última opción y solo se adopta cuando la situación es "desesperada", aseguran fuentes de Fauna Ibérica. Y es que el problema que se plantea no se arregla con un ERE o unos despidos con derecho a desempleo. El cierre es, si nadie lo remedia, una condena para los animales que durante años propiciaron los ingresos. Hay que alimentarlos, y cuidar constantemente de ellos, con independencia de si la puerta esta abierta o no al público. Quizá por ello, la primera opción es "recolocar" a los animales.

Gloria Ribera es veterinaria y ha trabajado en el Safari Park de El Verger que cerró sus puertas el pasado septiembre. El Safari Park abrió sus puertas en 1973, lo que le confiere un carácter pionero en la Comunitat Valenciana e incluso en España. En los tiempo dulces llegó a tener 1.400 animales . De la noche a la mañana, 23 trabajadores se despertaron sin empleo, pero 460 animales de 70 especies diferentes amanecieron sin hogar, condenados al desahucio y quizá, si no se les encuentra pronto acomodo, al sacrificio. Buscarles asilo es la misión de Gloria, que aplaza unos minutos la conversación para poder atender a uno de esos animales.

Los problemas de Terra Natura

La "operación salida" transcurre lentamente, pese a los vínculos empresariales de este parque con Terra Natura en Benidorm, un ambicioso proyecto, con importantes apoyos financieros y parques "gemelos" en Murcia que se ha visto contagiado por el fracaso de Terra Mítica. De parque zoológico de "nueva generación" y candidato ahora a recibir animales de otros parques ha pasado a generar dudas sobre su viabilidad. Recientemente ha despedido a 18 empleados con un ERE extintivo que afecta también al personal contratado.

En Fauna Ibérica las cosas no han ido mucho mejor. Abrió sus puertas en 1999 en el término municipal de Requena Su concepto era innovador. Sus propietarios acondicionaron varias hectáreas de terrenos forestales para que allí vivieran sin los agobios propios de un zoológico los principales representantes de la fauna ibérica: osos, lobos, jabalíes, corzos, ciervos, zorros, nutrias, rapaces etc. Antes del verano, el parque cerró sus puertas. Sus propietarios intentan colocar ahora los animales antes de que sufran o... se escapen.

"El sacrificio es siempre la última opción", apunta el ex director de uno de estos centros. "No hay más camino que alimentarlos y esperar a que alguien se haga cargo de ellos", explicó. Este experto niega que exista rechazo a las instalaciones que exponen animales en una cautividad más o menos evidente. "Hasta hace poco los autobuses de colegios llegaban llenos y un centro como el de Terra Natura podía tener hasta 500 visitas en un fin de semana, pero estalló la crisis; los niños no viajan y las familias tampoco. Además, Bioparc ha absorbido casi todo el negocio. Está en Valencia y no hay que desplazarse", añadió.

Sin embargo, el Bioparc no ha cumplido tampoco las expectativas que se marcaron sus promotores. Esperaban un millón de visitantes y ahora se conformarían con llegar a 600.000 en 2015. En 2008 visitaron el parque semi urbano 470.000 personas. Se ha puesto en marcha un plan de viabilidad y ha habido despidos aunque su enorme fortaleza financiera, el respaldo institucional y sus campañas publicitarias le están permitiendo capear la crisis.