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¿Repensar los hábitos de toda una vida por un diminuto mosquito? Esto es precisamente lo que aconsejan los expertos ante la confirmación del asentamiento de colonias de mosquito tigre en el entorno de Benicàssim, un hallazgo desvelado en el último boletín científico de la Sociedad Entomológica Aragonesa.

Uno de los especialistas en control biológico de mosquitos de la Universidad de Valencia, Juan Rueda, explicó ayer que los estudios confirman la presencia de mosquito "tigre" (aedes albopictus) en el complejo residencial Vilamar situado en el norte de Benicàssim.

A priori, no se trata en absoluto de una plaga que pueda tener consecuencias graves para la salud, aunque sí extremadamente molestas. Las picaduras del mosquito "tigre", originario de Asia, pueden generar picaduras de mucho mayor tamaño, con más dolor y más posibilidades de que generen reacciones alérgicas que las de sus parientes de la Península.

Según Rueda, en el peor de los escenarios, el insecto podría diseminar enfermedades procedentes de otros países -mayoritariamente por el turismo- que los mosquitos autóctonos no podrían transmitir. Este sería el caso de patologías como el Chikungunya, una enfermedad que afecta a los huesos también conocida como el "El mal del hombre corvado".

Los científicos destacan que uno de los mayores inconvenientes del mosquito tigre es su caracter de insecto antrópico, lo cual implica que es tiene la capacidad de adaptarse a espacios urbanos y convivir con el ser humano incluso lejos de espacios naturales más deshabitados. "Ésta es la principal particularidad, que tenemos al mosquito en casa, por así decir, ya que normalmente los mosquitos llegan a zonas urbanas sólo en una pequeña cantidad, dado que la mayoría crían y se mantienen en zonas de campo o espacios menos urbanos. Y lo curioso es que este mosquito no se desplaza por sí mismo más allá de 400 metros, pero se ha demostrado que viaja en coche. Se introduce en los vehículos de forma involuntaria y es así como se va expandiendo", apuntó Rueda.