"Este hombre es el único que nos ha ayudado, ojalá hubiera más jueces en España como él", decía con las lágrimas en los ojos Miguel Garrido durante la larga ovación que unas 250 personas tributaron ayer en Paterna al juez Baltasar Garzón. Garrido es una víctima valenciana del franquismo, un huérfano de la represión del maquis que tras 63 años de lucha ha podido recuperar los restos de su padre, enterrado en una fosa ilegal de Benagéber. El testimonio de Miguel es "un ejemplo" para el magistrado de la Audiencia Nacional procesado por investigar las desapariciones de la dictadura, pues según dijo "las víctimas, desde la dignidad, nos muestran el camino a seguir en la construcción de una democracia real"

El movimiento cívico Trobades Paterna premió ayer a Garzón por su "valentía y dignidad" en la recuperación de la memoria histórica. Y el juez, muy unido a esta ciudad desde que fue pregonero de sus fiestas en 2004, correspondió a las personas que llenaron el antiguo Teatro Capri con un intenso discurso en el que enarboló la bandera de las víctimas al señalar que "la noche oscura de la impunidad no debe durar siempre".

"Mientras existan muertos enterrados en las cunetas, la reconciliación no será más que una apariencia", sentenció antes de ser interrumpido por la ovación de un rendido auditorio en el que destacó la presencia del exministro del Interior Antoni Asunción, quien al final del acto se fundió en un efusivo abrazo a un juez con el que mantiene una larga amistad, y también del empresario Manuel Palma.

"Vivo una situación paradójica"

Antes de su intervención, Garzón ya dejó claro a la nube de periodistas que se abalanzaron sobre él que no se arrepiente de haber abierto la causa contra el franquismo. "Los principios del Derecho Internacional imponen la reparación, la verdad y la justicia para las víctimas, por eso abordé la investigación hasta donde pude", apuntó. "La actual situación -prosiguió- es un poco paradójica e incomprensible para mí, porque sigue sin abordarse esa investigación y en cambio se está investigando al juez que la inició".

Ya en su discurso, Garzón, dejó claro a jueces y políticos que "al camino de la reconciliación no se llega con palabras, sino con hechos". En este sentido, alabó la reciente desaparición en Francia de la última calle dedicada al mariscal Petain, la cabeza del régimen de Vichy colaboracionista con la Alemania nazi. Una actitud que contrasta con la que se da en España, donde aludió aunque sin citarlo al Ayuntamiento de Valencia, al destacar que "mientras se produzcan resoluciones de organismos oficiales contrarias a eliminar símbolos de la dictadura no se puede decir que la verdadera democracia se haya consolidado".