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Joaquín Ripoll, presidente del PP y de la Diputación de Alicante, se juega en las próximas semanas su continuidad en el Palacio Provincial. La presión del campismo se ha acentuado una vez que se ha abierto, con la elección de los candidatos más importantes, la veda de la lucha por las listas del PP. Y Ripoll no está dispuesto a cruzarse de brazos. Está intentando hacer méritos en Génova para defenderse de la ofensiva del bando campista, deseoso de venganza desde el congreso provincial del PP, en el que el titular de la diputación mantuvo el control del partido por apenas cinco votos de diferencia. Ripoll, de hecho, ha recurrido a Mariano Rajoy y a Ana Mato, responsable de Organización del PP, con el objetivo de garantizarse una continuidad que, en estos momentos, no tiene ni mucho menos asegurada.

La decisión sobre el candidato del PP a la Diputación corresponde, en exclusiva, a Génova. Ripoll, explicaron fuentes populares, ya ha mantenido contactos con Rajoy y Mato para trasladarles su intención de optar a un nuevo mandato en la institución provincial. Pero no lo tiene fácil. Su situación judicial -está imputado por cinco graves delitos en la operación Brugal- es un lastre. Pero, además, debe pasar por la "cuarentena" de evitar el conflicto interno que ha presidido la relación entre la cúpula del PP de Alicante y el presidente Francisco Camps casi desde que el jefe del Consell tomó al mando.

El caso de Gema Amor

Es evidente que, en los últimos meses, el titular de la diputación ha ablandado su discurso. El "reencuentro" con el campista Pedro Hernández Mateo es una buena muestra. Evita, incluso, mantener un tono reivindicativo con la Generalitat en cuestiones que afectan a la Diputación. Y, en esa dirección cabe interpretar igualmente, apuntan fuentes del PP, la actuación de Joaquín Ripoll en el proceso de selección de candidatos en los municipios de más de 20.000 habitantes. Cedió Sant Joan d'Alacant, Calp o l'Alfàs del Pi sin oponer resistencia y, además, trató de convencer a Gema Amor -a instancias de la propia Ana Mato- para que se retirara de la pugna por la candidatura del PP en Benidorm, una maniobra que le costó un durísimo encontronazo con la también directora general del Patronato de Turismo.

La intención de Ripoll es la de escenificar un nuevo gesto de distensión interna la próxima semana. A la cúpula provincial del PP le corresponde, de hecho, el nombramiento de los alcaldables y la confección de las candidaturas de 115 municipios. Todos los que tienen menos de 20.000 habitantes. El guión está escrito. La próxima semana se ratificará al 90% de los candidatos pendientes bajo los parámetros marcados desde Madrid: continuidad de alcaldes y máximo consenso en los municipios en los que se tengan que abordar cambios. Donde pueda haber conflictos, Ripoll está dispuesto a mediar para esquivar los enfrentamientos.

Pero con eso no vale. La presión campista para relevar al presidente de la diputación tiene su máximo exponente en la negativa de la alcaldesa de Alicante, Sonia Castedo, para que Ripoll sea el número dos en su lista municipal, el puesto que en el PP, tradicionalmente, se reserva al dirigente que aspira a la institución provincial. Los afines a Ripoll confían en un pacto y recuerdan que, en su día, cuando Alperi dimitió como alcalde, una de las condiciones que se pusieron sobre la mesa para que el titular de la diputación dejara de lado sus aspiraciones (su firma con la renuncia era obligatoria para que Castedo pudiera acceder a la alcaldía) era que el mencionado Ripoll volvería a ocupar el número dos de la candidatura municipal de Alicante para intentar el asalto a un tercer mandato.