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Han pasado más de 24 horas del adiós oficial de Hosni Mubarak en Egipto. De que una revolución social -vertebrada de forma pacífica durante 18 días- derrocara al "rais" y llevara al borde del éxtasis a las masas congregadas en la Plaza Tahrir (El Cairo). Conscientes de que marcaban el devenir de la historia, cerca de 80 millones de almas entonaron un canto común de libertad en la tierra de los faraones. Pero, ¿Qué hicieron sus hermanos dispersados por todo el planeta Tierra?

Los datos del padrón municipal que ofrece el Instituto Nacional de Estadística (INE) en su página web confirman que en la C. Valenciana conviven 464 personas nacidas en Egipto.

Aymen Hussein forma parte de ese listado. Se define como un "trotamundos" que se ha pasado los veinte últimos años viajando de tierra en tierra "por culpa de la represión del régimen de Mubarak". Hace tres semanas se trasladó a Madrid, tras trabajar como taxista en Valencia. Anteriormente estuvo afincado durante cuatro años en la Vall d'Uixó. Reconoce haber pasado mucho miedo, "las noticias de saqueos e incendios copaban las primeras páginas y me temía lo peor. Mi familia -mis hijos- están allí".

Durante 18 días, Hussein vivió presa de la angustia. Todo acabó la noche del viernes, "aunque no nos juntamos de forma oficial, las llamadas entre amigos y las felicitaciones se sucedieron".

La sintonía fue común entre los residentes valencianos nacidos en el mundo árabe. Así lo confirmó Amparo Muñoz, presidenta del Centro Cultural Islámico de Valencia (CCIV), "para nosotros es una gran noticia. Todos debemos felicitarnos por lo ocurrido".

De hecho, la portavoz cree que la historia no ha vivido su último capítulo, "Ben Alí y Mubarak han sido los primeros de la lista en caer. Muchos de los regímenes totalitarios actuales seguirán su estela".

Muñoz también posó sus miras en la actitud del mundo occidental, "es algo que no se dice mucho, pero los países del llamado primer mundo no han ayudado mucho a arreglar la situación. Lo que han hecho ha sido empeorarla. Pasamos de una época marcada por el Imperialismo a un sistema controlado por corruptos. Por títeres apoyados por los intereses económicos del mundo occidental".

Abdelaziz Hammaoui, miembro del CCIV, no dudó a la hora de localizar la extensión de las protestas, "Argelia y Marruecos son las próximas zonas donde veremos la revolución social. Hablamos de países que viven bajo un sistema dictatorial e injusto. La gente se cansará y dirá basta".

De confirmarse estos presagios, las movilizaciones tendrían un calado mayor en tierras valencianas. No en vano, el argelino y el marroquí son dos de los colectivos extranjeros de mayor calado en el el tejido social de la autonomía. Los datos del INE arrojan que en la C. Valenciana están censados de forma legal un total de 19.440 personas residentes en Argelia, por 75.203 marroquíes.

Jordania -337 residentes en la C. Valenciana según los datos aportados por el INE-, y el Líbano -530 valencianos de adopción- son otros países mencionados por los colectivos islámicos al tratar la posible extensión de la revolución.

"El terremoto egipcio"

Por su parte, Said Ratbi, presidente del Consejo Superior Islámico de la C. Valenciana, también se mostró confiado en la extensión de las movilizaciones al resto del mundo árabe, "Túnez fue un conato y Egipto es el terremoto que ha sacudido el mundo árabe. Es evidente que se ha iniciado una nueva etapa y que esto acaba de empezar. Las revueltas irán llegando a aquellos países donde persisten regímenes similares a los mencionados".

"Teníamos miedo de vernos inmersos en una guerra civil"

Si los egipcios residentes en tierras valencianas han padecido durante las 18 jornadas de revuelta civil, también lo han hecho los valencianos que decidieron vivir su vida en la tierra de los faraones.

Silvia Vila nació en Albal hace 38 años. Desde hace seis vive en Egipto, tras casarse con Hassan el Fangary. Ambos regentan una agencia de viajes y han vivido de primera mano todo lo acontecido en el país desde el pasado 25 de enero. Vila reconoció que "al principio no pensé que hubiera ningún cambio. Casi nadie lo hacía. Ví que iba todo más en serio cuando los tanques salieron a la calle".

Fue entonces cuando empezó a vivir con miedo, en su casa situada en la Avenida de las Pirámides, "tengo tres hijas y estábamos al lado de la gente y la Policía. De repente, una noche alguien dio la orden de que los cuerpos de seguridad se fueran. Y reinó el caos".

Establecimientos saqueados, casas quemadas... "el caos era total y parecía que desde el Gobierno lo habían instigado. Entonces, mi marido me dijo que nos íbamos de la ciudad y nos trasladamos a Menia, un pueblo a las afueras de El Cairo".

Después, poco a poco, la situación se fue normalizando, "tras una semana fuera vimos que podíamos volver. La gente había tomado de forma pacífica la calle. El pueblo había demostrado lo que quería".

Con los acontecimientos en punto álgido, Vila notó que algo cambiaba, "no he podido participar de forma expresa, ya que he preferido cuidar de mis tres hijas. Sin embargo, sí he notado algo y la gente de aquí lo sabe. Mi marido ha ido hoy -por ayer- a hacerse fotos con mis hijas. Es consciente de que se está haciendo historia". j. l. g. ll. valencia