Son las cuatro de la mañana del sábado en una conocida sala de la noche de Valencia. Pequeños grupos de fumadores se agolpan en la inmediaciones del recinto. Casi hay más gente fuera que dentro. El cambio de paisaje humano es una de las consecuencias de la nueva ley antitabaco, que ha transformado los hábitos de la noche valenciana.

A pesar de que tienen que sufragar una pequeña cantidad económica -suele oscilar entre uno y tres euros- por recibir en sus muñecas el sello que les permita volver a la discoteca, los clientes no dudan ante la posibilidad de poder dar unas cuantas caladas al aire libre.

Pagar por volver a entrar en las salas no es ninguna novedad. Es un sistema que ya forma parte de la cultura urbana en la C. Valenciana. Lo que ha cambiado es el carácter de la decisión: no es una elección de los usuarios, sino una obligación por la nueva normativa. Así lo confirma Javier Vicent, dueño de la discoteca Murray, "el cuño es un método que se ha seguido durante los últimos quince años. No es nuevo. Sirve para controlar a los clientes, es un servicio más. Lo que ocurre es que la gente ahora sale más veces y lo hace durante toda la noche de forma continua".

El cambio de hábitos no contenta a los dueños de las salas, "si dicen que es una nueva vía de financiación ante las pérdidas se equivocan. La situación nos causa muchos más problemas que beneficios y la recaudación no crece mucho respecto a tiempos anteriores" afirmó Vicent.

El principal obstáculo al que se enfrentan los dueños reside en la necesidad de controlar a los consumidores una vez han salido. El gerente de Murray expuso que "la gente permanece gran parte de la noche en la calle y debemos velar porque no molesten a los vecinos. En mi situación específica es toda una dificultad. He tenido que dar nuevas instrucciones a los miembros de seguridad que controlan la puerta. No podemos decirle a la gente que se calle, pero sí intentar concienciarlos".

Vicent confirmó que valora la posibilidad de emplazar toldos exteriores, "a lo mejor ayudan a amortiguar un poco el ruido, no tengo muchas más opciones".

Terrazas interiores

Otra de las opciones que barajan las salas es la instalación de terrazas interiores. Se trata de una posibilidad que depende de la existencia de espacios sin uso propio y que tengan salida al aire libre. El gerente confirmó que "la mayoría de salas de la ciudad de Valencia no dispone de este tipo de recintos. Como mucho, hablaríamos de las grandes discotecas y de las terrazas de verano. Estos establecimientos son los grandes beneficiarios por la nueva ley".

Por último, Vicent se fijó en los clientes de más de 50 años de edad, "hablamos de un sector que prima el confort en su ocio nocturno. Ahora ya no les dejan fumar en pubs y discotecas y se lo piensan más a la hora de salir".

Se multiplica la presencia de "lateros" nocturnos

El cambio de hábitos en la noche valenciana que ha conllevado el desarrollo de la ley antitabaco también ha causado la aparición de nuevos negocios. Las quejas de los empresarios destacan a un colectivo por encima del resto: los "lateros", vendedores ambulantes de botes de cerveza que se pasean por las zonas de ocio. Ataviados normalmente con un carro de la compra lleno de latas, ofrecen su mercancía a un euro. La obligación de salir a fumar al aire libre causa que muchos clientes opten por acompañar su cigarro con una lata de cerveza, por la que desembolsan mucho menos dinero que dentro de la sala. Antes, preferían tomarse su consumición en el mismo recinto. "Ya hace tiempo que tenemos identificados a estos individuos. Lo malo es que antes eran cuatro o cinco los que pasaban por aquí. La nueva ley antitabaco ha causado que vengan más de veinte, se han multiplicado por cuatro", de esta forma se expresó uno de los trabajadores de una conocida sala de la ciudad de Valencia. Aunque las latas no es el único negocio de venta ambulante que registra la noche valenciana. También son notorios el comercio de rosas -hoy crecerá su presencia por el Día de los Enamorados-, artículos de regalo o mecheros. j. l. g. ll. valencia