Conservadurismo moral, religiosidad exacerbada, ultraliberalismo fiscal, un discurso xenófobo, la defensa de la familia tradicional, una oposición a las élites políticas y a la intervención del Estado, y un nacionalismo visceral. Estos son los principales rasgos del Tea Party, el movimiento cívico estadounidense que mañana cumple dos años y que ha alterado la política norteamericana. ¿Es posible su contagio a España? «Perfectamente factible», consideró ayer Justin Swinsick, director adjunto del IE Law School, en una conferencia sobre el origen y las finalidades del Tea Party pronunciada en el aula magna del CEU, en Moncada.

En una ponencia inserta dentro del ciclo Dies Academicus —que oficialmente busca «fomentar la armonía, entre fe, razón y vida»—, Swinsick afirmó que «en España está sucediendo algo muy parecido a lo que ocurre en Estados Unidos: hay dos partidos políticos mucho más fuertes que el resto. Y si [los ciudadanos] quieren formar un movimiento cívico fuerte, debería estar cercano a uno de los dos grandes partidos. Y en este momento, creo que podría surgir en torno al PP porque no está en el poder y porque podría captar a la gente que no está de acuerdo con la dirección que está llevando España (...) y a aquellos [simpatizantes del PP] que no están de acuerdo con la dirección de su propio partido».

En su radiografía sobre el Tea Party americano, Swinsick subrayó que el movimiento está sobredimensionado (sólo tiene media docena de los 100 senadores y 28 de los 435 miembros de la Cámara de Representantes, aparte de mucha influencia mediática) lamentó que haya «polarizado la política». Sin embargo, cree que la experiencia ha sido «positiva» porque ha demostrado «la capacidad de la gente de romper los esquemas tradicionales de la política». En España, añadió, «que aparezca algo similar al Tea Party fuera del ámbito político tradicional siempre sería positivo para romper el esquema tradicional», afirmó, y «porque algo debería cambiar en este momento de crisis». Obviamente, la religión también tendría un peso grande en la hipotética versión española del Tea Party, apuntó el experto estadounidense, que lleva cinco años en España.

Ahora bien: el capellán mayor del CEU, José Francisco Castelló, terció en el debate para apuntar que la jerarquía católica no pretende formar un movimiento político, sino participar en la político en los proyectos concretos que atenten gravemente contra el ideario católico.

A diferencia de las tres sesiones anteriores, la conferencia del Tea Party registró un lleno de estudiantes en el aula magna del CEU. La mayoría eran alumnos de primero de Periodismo, que acudían de forma obligatoria para realizar una práctica, y otro grupo numeroso era de Ciencias Políticas, a quienes habían convalidado la segunda hora de clase a cambio de asistir a esta ponencia sobre el movimiento político ultra de moda.