Tres mujeres que nacieron entre 1976 y 1979 en una maternidad de Melilla y que fueron trasladadas con unas horas de vida a Valencia y a una localidad de la Vall d'Albaida, donde residen hasta la actualidad, han identificado a la mujer que intervino como intermediaria en su compra venta cuando eran recién nacidas. Se da la coincidencia de que la mujer vive en el mismo municipio que ellas y a escasa distancia de sus domicilios.

La noticia la ha dado a conocer a Levante-EMV una de las afectadas, M. J. C., de 31 años, tras recabar el testimonio de su padre adoptivo que recientemente terminó reconociendo que había pagado 200.000 pesetas por ella.

M. J. C. llevó muy mal desde pequeña ser una niña adoptada a pesar de la excelente relación que mantiene con sus padres, a los que reconoce que quiere muchísimo. De aspecto bereber, piel un poco oscura y pelo muy moreno y rizado, su imagen le ha ocasionado más de un disgusto cuando paseaba con su madre.

En una ocasión, cuando tenía cinco años una marroquí increpó agresivamente a la madre mientras le preguntaba de donde había sacado a la niña.

M. J. C. precisa que más tarde ha comprendido la rabia de aquella mujer -que no fue la única que se encaró con la madre- porque los musulmanes no dan a los hijos en adopción y eso fue lo que alertó e indignó a la magrebí.

El papeleo que tuvo que hacer en 2004 para casarse disparó la alarma que ya existía en su cabeza, al descubrir que su partida de nacimiento estaba falsificada pues su madre adoptiva aparecía como biológica -a pesar de tener 46 años cuando nació- y su lugar de nacimiento, Valencia, cuando sabía que había nacido en Melilla.

Partida de nacimiento ilegal

"Estos papeles no son legales, no están regularizados -dedujo M. J. C.- porque si soy adoptada en mi partida de nacimiento ha de figurar el nombre de mi madre biológica, el hospital, el médico...".

"Yo estaba convencida de que algo raro estaba pasando ahí", expresa M. J. C. que cuenta que al exponer a su padre todas sus dudas, éste admitió que se hicieron con ella a través de una intermediaria que les pidió 200.000 pesetas y que su madre la había abandonado.

"A pesar de reconocer que había pagado dinero sigue manteniendo que me abandonaron pero pienso que por hacer obras de caridad no se cobra", agrega M. J. C. que reitera que necesita saber la verdad.

La mujer refiere que en su partida de nacimiento figuraba el nombre de una matrona del hospital La Fe. "La intermediaria le dio a mi madre el nombre de la matrona para que certificara mi nacimiento en Valencia y la misma intermediaria le dijo a mi padre que no le diera 40.000 pesetas, que con 25.000 iba servida, que lo hacía para sacar un sobresueldo porque que solo tenía que firmar y cobrar".

M. J. C. que es maestra y se ha trasladado a vivir a la misma localidad de la Vall d'Albaida donde viven otras dos chicas con idénticas historias, recuerda que cuando a su padre le comunicó que se trasladaba a ese municipio, éste le dijo: "Qué casualidad, como la señora que nos consiguió tenerte, que era de ahí".

Las tres mujeres adoptadas de rasgos magrebíes iniciaron sus pesquisas en el pueblo hasta dar con la mujer que, a su vez, tiene dos hijas en adopción también de rasgos marroquíes.

A través de una de ellas, la intermediaria les comunicó que no quería saber nada de ellas, "y que igual que nosotras, había venido mucha gente preguntando por sus orígenes", declara M. J. C. que expresa que a cuentagotas su padre le ha revelado que se trasladaron a Melilla a recogerla y que permanecieron seis horas en un bar esperando una recién nacida.

"Me entregaron sin lavar, con la sangre del parto, envuelta en unas sábanas y con una deformación en cabeza de los fórceps que usaron, lo cual es una pista de que nací en un hospital", añade M. J. C. que dice que ese defecto, que fue reparado con cirugía a los 4 años, debió servir como excusa para decirle a su madre que la niña había muerto en el parto.

"Métela en una maleta y si se muere la tiras y vuelves a por otra"

"Me cuesta respirar, me encuentro como si me hubieran pegado una patada en el alma". Así define M. J. C. su estado psicológico tras descubrir los acontecimientos que rodearon su adopción, la mentira y el pago que realizaron por ella.

Por testimonios próximos, sabe que la intermediaria que participó en su compraventa traficaba habitualmente con niños que conseguía en Melilla. Fue la proveedora de recién nacidos durante años.

Por internet conoció M. J. C. a dos mujeres que tienen una biografía muy similar y que viven en el mismo municipio de la Vall d'Albaida. Una de ellas pesó al nacer 1.500 gr. La pareja que se la quedó preguntó a la persona que se la entregó si con ese peso la niña llegaría viva hasta Valencia, a lo que le respondieron: "Métela en una maleta y si a los 20 km. se ha muerto la tiras por un terraplén y vuelves a por otra".

M. J. C. observa que las tres al nacer tenían algún tipo de defecto, lo que reafirma sus sospechas de que para conseguirlas dijeron a sus madres biológicas que habían muerto.