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El año pasado con este programa se insertaron 23 personas y en éste, con toda probabilidad, ese número será rebasado con creces, ya que de las 20 personas con las que inicialmente se trabaja, conforme se van empleando van siendo sustituidas por otras. "Nuestro objetivo es la inserción, necesaria para la integración de la persona. Creemos firmemente en las competencias de la gente: todo el mundo es capaz de hacer algo y hacerlo bien, sólo hay que tomarse el trabajo de estimular sus cualidades".

Esa afirmación de Santiago Sanjuan, presidente de Aidem, respaldada íntegramente por Estefanía Ortiz, directora de formación, y por Adela Sanjuan, responsable de coordinación y dirección, amén de por el resto del equipo profesional y de voluntarios, es doblemente valiosa cuando se conoce que el material humano con el que trabajan son jóvenes discapacitados con altos índices de agresividad, conductas disruptivas y otros síntomas, todos con grave riesgo de exclusión sociolaboral.

"Trabajar con los más agresivos era un reto, y nosotros demostramos que el contacto con la tierra y las plantas les serena, descargan su agresividad con el legón o moviendo piedras para levantar un murete entre los arriates, y poco a poco su autocontrol aumenta, se sienten orgullosos de lo que están haciendo y son capaces de tratar a las plantas con verdadera ternura. Hacemos que el educador sea "socio" y contextualice o descontextualice a la persona, según sea necesario en cada momento. Creamos un clima de colaboración, de complicidad, empezando por reconocer y aceptar a cada uno como es, con sus características, para que pueda sacar de ellas el mayor partido".

Esos son los primeros pasos. Después, cuando ya están capacitados, viene la búsqueda de empleo. "Tenemos muchos enlaces, con muchas líneas de negocio; la clave es que a mayor unión, mayores posibilidades. Aparece la confianza, se van conociendo, se pierde la prevención a emplear a alguien "distinto" y nosotros, en todos los casos, hacemos un seguimiento en las empresas. El enlace con los puestos de trabajo es continuo, y cuando es necesario establecemos planes de ajuste para que cada uno o una esté en el lugar donde mejor pueda desarrollar sus competencias, lo que siempre redundará en beneficio suyo y del empleador. Y podemos decir que, afortunadamente, los empleadores muestran un alto índice de satisfacción con respecto al trabajo que nuestros chicos y chicas desarrollan".

¿Se puede pedir másÉ? Pues, sí: que la sociedad apoye a estas personas. De momento, CAM Integra ya lo está haciendo.