Aunque las mujeres del entorno del blaverismo siempre serán recordadas por el papel agitador de las ties maries -y su punta de lanza Paquita "la Rebentaplenaris"- durante la Batalla de Valencia, el valencianismo tricolor ha querido redibujar su perfil de dona valenciana. El Grup de Dones Valencianes, la entidad cultural integrada en Lo Rat Penat, presentó ayer el libro conmemorativo de los 35 años de esta asociación distinguida por la defensa del secesionismo lingüístico y un anticatalanismo feroz.

Su autodefinición -cincelada en el libro- es clara: "Un grapat de mujeres valentinas que supieron defender su patria valenciana con el grito de la indignación, con una mano en la pancarta mientras con la otra mecían la cuna de sus hijos. Femelles d'una peça que han venido rindiendo un servicio impagable a la defensa de la identidad de su pueblo y su cultura" y que esperan que "otras mujeres de corazón generoso ocupen su lugar en el campo donde la patriótica lucha continúa de forma denodada contra un invasor [el catalán] que ha tomado posiciones de gran valor estratégico en las instituciones valencianas". Es su lectura.

Aparte de la historia de este grupo de mujeres, en las 500 páginas del libro se intenta trazar el papel de la mujeres en la historia, la cultura y las costumbres de Valencia a través de una veintena de artículos escritos por académicos de la Real Acadèmia de Cultura Valenciana (RACV) y directivos de Lo Rat Penat. ¿Qué se destaca? Voro López, coordinador del Diccionari General de la RACV, subraya que la mujer valenciana "es quien transmite y mantiene viva" la lengua de los valencianos, de ahí lo de "lengua materna", a la vez que "conserva unas formas lingüísticas tradicionales o antiguas" y, al mismo tiempo, es la que hace evolucionar el lenguaje con sus innovaciones. El diputado autonómico del PP Fernando Giner añade que "el papel de la mujer fue decisivo", con su activismo, "en la defensa de la dignidad de un pueblo" en aquellos años de la Transición en los que, según Giner, "se ponía en juego nuestra identidad colectiva".

Muchos más recalcan esta idea. Pero hay otras: José María Jiménez de Laiglesia resalta el papel de algunas empresarias valencianas avant la lettre. En especial, la alcoyana Carmen Vidal Ballester, creadora de Germaine de Capuccini, SA, y Victoria Fernández Puerto, impulsora de Dulcesol. Daniel Sala abunda en "la belleza, afeites, peinados, lujo y otras costumbres censurables en la mujer valenciana de los tiempos forales" y recoge numerosos apuntes históricos como el del cisterciense Barthelemy Joly, quien en 1603 dijo que "las damas valencianas van tan magníficamente vestidas, adornadas y pintadas que parecen diosas". José F. Ballester-Olmos y Anguís -coordinador del libro- retrata a "aquellas labradoras de antaño" y considera "de gran importancia y mérito el trabajo que está realizando la mujer para conservar viva la huerta y para conseguir que sus frutos puedan cubrir en mayor medida las necesidades del hogar familiar".

Ramon Martínez i Miñana elogia la capacidad de la mujer valenciana en la recuperación y mantenimiento de las danzas valencianas y su protagonismo como "elemento clave" para la organización de sus comitivas. En el plano cultural, Carmen Torres realza "la voz de la mujer en la literatura valenciana", con un elogio especial a sor Isabel de Villena y su Vita Christi. El libro también analiza la participación de la mujer en la arquitectura, el Ejército, la medicina, la ingenieríaÉ Ahora bien: nada es tan alabado y ensalzado (igual que cuestionado por sus contrarios) como su papel agitador en la Batalla de Valencia.