Al pie de la Sierra Calderona, pasando Bétera en dirección a Olocau, día a día y minuto a minuto es posible ver cómo brotan de la tierra los milagros. Es posible constatar cómo un puñado de personas, a fuerza de tesón y de amor, multiplican por mil cada euro aportado por CAM Integra sembrándolo en la tierra, regándolo, guiándolo y protegiéndolo hasta hacerlo florecer y fructificar en una explosión de belleza.

Muy pronto el Jardín Botánico que están creando será, sin duda, un referente en toda la Comunitat Valenciana. Será, sobre todo, la prueba palpable de que unos jóvenes que, a priori, estaban considerados como "desechos de tienta" (gráfica expresión taurina rescatada de las dehesas salmantinas por Santiago Sanjuan, presidente de AIDEM), son personas que, cada una con sus características particulares, pueden formar parte activa de la sociedad desarrollando un trabajo productivo y rentable que les hace más libres y más felices.

En este jardín, como si fuera una semilla, se entierra la primera sílaba de la palabra discapacidad para que germine en múltiples capacidades que nadie sospechaba que permanecían allí ocultas, latentes, aguardando la mano amorosa que las hiciera brotar.

En este jardín, en fin, cobra realidad aquella vieja canción que decía "la tierra te pide, la tierra te da". Porque aquí la tierra está dando nada menos que una nueva vida, llena de posibilidades, a personas con las que la sociedad prácticamente no contaba. Y que sin embargo demuestran ser personas válidas, útiles, capaces y responsables.

El programa de CAM Integra

A través de la formación como jardineros, de las 20 personas (hombres y mujeres) que integran el programa, 5 están ya insertadas en un puesto laboral y la previsión para marzo es de insertar a 6 más, con lo que de entrada se está rebasando con mucho el compromiso inicial de inserción, que era de 10. Se están convirtiendo en verdaderos expertos en crear jardines llenos de rincones bellísimos desde cero, y se perfeccionan tanto en el mantenimiento que varios de ellos están trabajando en la jardinería de un afamado hotel de cinco estrellas.

Así mismo, pronto será un punto de atracción para cualquiera que ame la Naturaleza el Jardín Botánico que están creando, con "sorpresas" cada 50 metros, rincones de sombra vegetal, plantaciones en forma de caracol, estanques, barrancos con agua y espacios escondidos repletos de color y aromas, y que está especializado en plantas medicinales, aromáticas y culinarias.

Por ejemplo, cuentan ya con casi una docena de variaciones distintas de tomillo, y es una delicia transitar entre la mejorana y la hierbaluisa, el laurel y la albahaca, el romero y la lavanda, acariciándolos al pasar para impregnarse los dedos con su olor, rodeados de arriates floridos y diferentes clases de arbolado. Y quizá lo más peculiar sea que no interfieren en el paisaje agreste de la Sierra Calderona, sino que adecúan su trabajo al mismo para lograr un perfecto equilibrio estético y medioambiental.

Pero no se conforman solo con la belleza, sino que también obtienen rentabilidad con la venta en macetas (en estos momentos, las prímulas ¡a un euro! están gritando "llévame" con su borrachera de colores), plantas de Navidad, centros de mesa para restaurantes o convenciones, cestas floridas de comercio justo, decoración ornamental de balcones y terrazas, creación de jardines verticales, jabones naturales, aceites para masajesÉ un amplísimo abanico, en fin, de ofertas brotadas de la tierra. Y de ese empeño y ese amor que CAM Integra está apoyando.

Dice Santiago Sanjuan, el presidente, que "este programa para nosotros es fundamental; CAM Integra es la palanca que nos permite movernos, un acicate y un estímulo para seguir adelante. Desde la distancia establece cercanía, y a nosotros esta proximidad nos hace no sentirnos solos en una labor que es gratificante y hermosa, pero no fácil. Para nosotros, los miembros de CAM Integra son "externos" pero no "extraños": estamos en el mismo barco. Llevamos dos años contando con su ayuda, y hay que decir que sin ella no podríamos hacer lo que estamos haciendo, porque siempre andamos a la última pregunta".

Y cuenta también que "cuando llegan aquí lo primero es analizar al chaval o a la chavala, ver qué competencias tiene y cómo trabajar lo que aparentemente puede parecer un defecto, por ejemplo la agresividad, para transformarlo en un valor, por ejemplo en fuerza y energía. Ése es el primer paso: acogida y evaluación. A partir de ahí viene la formación y el desarrollo de competencias. No trabajamos con lo que "no sabe hacer" sino con lo que "sí sabe", para perfeccionarlo, lo que inmediatamente le da mucha más seguridad y eleva su autoestima. Y cuando ya está preparado, el programa culmina en lo que realmente es el objetivo primordial: la inserción laboral".

No les pregunté lo que sentían cada vez que insertaban laboralmente a uno o una de sus chavales y chavalas: no hizo falta, se les veía en la cara la satisfacción y el orgullo cuando lo contaban. Pero, sobre todo, se les veía el cariño.

Jardineros y terapeutas

En uno de los viveros, rodeados de macetas y plantitas recentales, tuve la suerte de conocer a Miguel Pozo y Michael Hansmann, maestros jardineros y ergoterapeutas. Lo que me dijeron es toda una filosofía de vida. "Para mí no hay diferencia entre estos jóvenes y otros sin discapacidad: si no han trabajado las plantas todos tendrán que aprender, la única diferencia es que éstos quizá necesiten algo más de tiempo. A mí me toca elegir la tarea adecuada según sus habilidades y posibilidades para cada uno, como lo hago con las plantas, que unas necesitan más sol, otras más riego... Si yo meto una planta en un cajón, se muere; si aislo a una persona, nunca hará nada. Por eso no sólo hacemos jardinería, estamos montando talleres de educación y formación de personas para hablar sobre ergoterapia y otros temas que serán muy útiles para niños hiperactivos, por ejemplo".

Me muestran con entusiasmo su obra. "Habrá "islas sorpresa", rincones para aislarse entre las flores. Plantamos sauces, que son de crecimiento muy rápido, para que creen túneles de sombra y espacios secretos, quiero rincones escondidos, no caminos rectos. En el huerto ecológico, cuando reunamos un poquito de dinero, haremos un auditorio. De momento estamos haciendo un barranco para que discurra el agua de lluvia; para eso no hace falta dinero, sólo cavar, sembrar plantas de especies autóctonas, apartar las piedras, que luego nos sirven para hacer los murosÉ Yo quiero que este jardín sea como un puzzle, que tenga sus piezas que hay que encontrar".

Qué hermosura. Y qué hermosura los y las jóvenes que lo están creando, uno de ellos ha escrito un cuento que le han premiado, que empieza: "Érase una vez un país muy lejano con un príncipe que vivía en un castillo en medio del desierto, que tenía sin embargo un jardín con muchas plantas maravillosas...".

Otro me dijo: "Tengo trabajo, tengo aire libre, por tener tengo hasta novia, ¡soy feliz!". Y otro: "Mira, este muro lo han hecho mis manitas". Me regalaron una maceta de fresas salvajes y una ramita de mejorana, todavía la tengo en mi mesita de noche. Y al despertarme la huelo, para seguir creyendo en los milagros.

Especial Cam Integra