Cuando quedan pocos meses para soplar la cuarta vela al amargo pastel de la crisis económica que arrastramos desde el cuarto trimestre de 2007, la falta de luz después del túnel está empezando a pasar factura al bienestar psicológico de los valencianos. Así lo apuntan desde el Colegio Oficial de Psicólogos de la Comunitat Valenciana, que hoy celebra en el Muvim de Valencia unas jornadas profesionales sobre la aportación de la Psicología en tiempos de crisis.

La vicedecana de esta entidad que agrupa a 11.000 psicólogos, Vicenta Esteve, explica que la persistencia de la mala situación económica "hace que la gente esté muy angustiada y acuda más a la consulta" de estos profesionales. El colegio no ha cuantificado este incremento pero, según Esteve, "podría rondar el 20 % más de visitas" al diván. Sin embargo, matiza, esto no se traduce en una mayor carga de trabajo, pues aunque "sí que es cierto que nos llegan más pacientes muy agobiados por la crisis, los tratamientos se han acortado, pues muchas de estas personas vienen dos o tres sesiones y luego se lo dejan porque no pueden pagar".

"Crac" emocional

Contra lo que pueda parecer, los trastornos adaptativos que generan los malos tiempos que corren no son patrimonio exclusivo de los "curritos" que han perdido o ven peligrar su puesto de trabajo, pues el "crac" emocional que está dejando la recesión no entiende de clases. Así, Esteve revela que están recibiendo "más visitas de directivos, empresarios y jefes intermedios, que no pueden soportar la presión a la que están sometidos o la difícil decisión de tener que despedir a sus subordinados".

En este grupo "destacan sobre todo los pequeños empresarios, a los que está afectando mucho la crisis, pues el parón económico complica que puedan cumplir a la vez con empleados y proveedores". En este caso, incide, está la dificultad añadida de la proximidad afectiva: "'¿Cómo voy a echar a la calle a un trabajador que es como si fuera de la familia?', me decía un paciente".

El agobio del "¿Y si...?"

El daño emocional de cuatro años de crisis, según Esteve, "suele comenzar con un transtorno de la ansiedad". Angustia, dolor en el pecho, palpitaciones, insomnio, sudoraciones, adormecimiento de manos, el famoso "nudo en el estómago", subidas de tensión, comer o fumar más... son los síntomas más repetidos. Éstos, junto a la pérdida de autoestima, el miedo a tomar decisiones o los pensamientos recurrentes que generan ansiedad, como preguntas negativas sobre el futuro del tipo "¿Y si me despiden? ¿Y si no puedo pagar la hipoteca? o ¿Y si tengo que cerrar mi empresa?", si no se tratan "se cronifican como un trastorno depresivo".

Este cuadro ha empeorado, asevera Esteve, "porque no estábamos preparados para pasar tan bruscamente de una situación de bonanza económica a una crisis como la actual. Vivíamos en una burbuja irreal, donde no pasaba nada si comprábamos coches, casas o cualquier cosa que deseáramos. Esto ha generado poca tolerancia a la frustración, lo que agrava los problemas psicológicos".

Las relaciones de pareja también son una víctima colateral de la crisis. Esteve opina que aún vivimos en una sociedad "machista", por lo que en aquellas parejas donde el hombre ha perdido el empleo y la mujer, si trabaja fuera de casa, se convierte en la sustentadora principal de la familia, la convivencia se complica "pues el varón suele vivir una situación de impotencia al verse como un fracasado".