Justo un siglo después de que un millón de europeos se echaran a la calle para celebrar el primer Día Internacional de la Mujer, y cuando también se cumplen cien años de la muerte de más de 140 trabajadoras en el incendio de la fábrica Triangle de Nueva York, la lucha feminista sigue tan viva como inacabada. Ayer cobró fuerza y visibilidad en la Comunitat Valenciana con las numerosas concentraciones que salpicaron el territorio autonómico y que tuvieron su faro en la marcha que recorrió el centro del cap i casal. Cientos de personas -la organización las cifró en 15.000 y no hubo dato oficial- desafiaron la fina e intermitente lluvia y participaron en una manifestación encabezada por el Moviment Feminista de València bajo el lema: "Amb la igualtat, una altra política és possible".

Después de tres ediciones con el aborto, la violencia machista y los efectos de la crisis sobre la mujer como tema central, el motivo reivindicativo del manifiesto colectivo de este año fue más disperso. Pero tuvo una doble mirada a la política. Primero, para protestar: "Las medidas que adoptan los gobiernos, la eliminación del Ministerio de Igualdad, del permiso de paternidad y la supresión de líneas de inversión en políticas de igualdad son un ataque sin precedentes contra nuestros derechos y acentúan más las desigualdades de género", afirmó el manifiesto. Y segundo, para reivindicar su papel político: "Exigimos políticas que nos permitan a las mujeres tomar parte activa en la toma de decisiones de los procesos de transformación político-social hacia una sociedad justa, igualitaria y libre", porque el modelo actual, "basado en el capitalismo y el patriarcado, [es] incapaz de dar respuesta a las necesidades de justicia social y de acabar con las discriminaciones que sufrimos las mujeres", añadieron.

Como siempre, la marcha tuvo un carácter festivo -batucadas, dolçaines, silbatos y cánticos variados- y estuvo marcada por la pluralidad de sensibilidades, reflejada en las pancartas: "Per la igualtat en l'ocupació i l'equitat en les pensions"; "Legalización. No discriminación trabajadoras sexuales"; "Dones, construïm el món que desitgem"; "Les dones som la força del canvi social"; "Front a la crisi, sembra feminisme"; "Sense dones no hi ha revolució"; o "Les dones diem prou a Camps".También las preocupaciones eran diferentes. Los sindicatos enarbolaron la bandera obrera. Petra Araque, de UGT, lamentó "la brecha salarial de 4.600 euros que hay entre hombres y mujeres" en la Comunitat Valenciana y auguró que la reforma laboral se cebará con las mujeres, "las números uno en contratos precarios a tiempo parcial y en temporalidad". Su álter ego en CC OO, Cándida Barroso, alertó de que el hundimiento del "buque insignia que era el Ministerio de Igualdad producirá un efecto dominó: desaparecerán concejalías de la Mujer y hará que las empresas apliquen menos las políticas de igualdad". Pero no es sólo lucha obrera bañada de feminismo. A Empar Dalmases, de las Dones de Marxalenes, le inquieta la lacra de la violencia doméstica. Pero prefiere ser optimista: "Antes, una no podía venir a esta manifestación y decir que mi marido me maltrata. Esto ya es un avance y hemos de seguir quejándonos". Carmen Monzonís, de Lambda, también invoca un avance que ha de llegar. "Me gustaría -sostiene- que vinieran más hombres. Porque el día en que seamos tantos hombres como mujeres en esta manifestación, habremos logrado más igualdad". Aunque sigue siendo minoritaria, la presencia de hombres en la manifestación de la Mujer es creciente. Buena muestra es la de Raül Garro, del Col·lectiu de Joves de La Coma. Ha venido a la manifestación, subraya, "porque el feminismo no es tan sólo una cuestión de mujeres, sino de todos. También hay hombres que estamos en contra del machismo y el patriarcado".

Del Tercer Mundo a Camps

Mientras reparte pasquines de Amnistía Internacional contra la violencia sexual contra las niñas nicaragüenses, Inmaculada Imbernón recuerda la necesidad de pensar "en las mujeres del Tercer Mundo, que están muchísimo peor que aquí". ¿Pensar No: "actuar", precisa su cartel. Todavía hay más opiniones: Ana Peña, de las mujeres que dicen prou a Camps, reclama que el colectivo femenino, a imagen y semejanza del movimiento de Italia, "actúe como motor de cambio para la regeneración de este país desde la base". Implicación política. Empoderamiento, que diría la teoría feminista. La lucha por la igualdad cumple un siglo, pero sigue inacabada.