?

?¿Cómo vive una tunecina en la distancia los cambios en el mundo árabe?

Cada país tiene su especificidad y un contexto histórico determinado, y cada uno tendrá su propio modelo. No es lo mismo Túnez que Egipto ni que Libia. Creo que Túnez, y no por ser mi país, está desarrollando un modelo más cercano a las leyes de la verdadera democracia. Pero el camino es largo, no se conseguirá de la noche a la mañana en un país con más de 50 años de represión pasar de la dictadura a la democracia.

¿En qué momento está la revolución?

La revolución es una oportunidad de cambio para toda una sociedad. Es un pacto político, económico, social y en todas las esferas de gobierno pero también entre jefe y empleado, entre hombre y mujer. Ahora en Túnez y Egipto la revolución está en fase de reajuste, de replantearse muchas cuestiones cruciales, de elegir qué modelo de sociedad queremos, y ahí el papel de la mujer es fundamental.

Está siendo un rol bastante visible...

Diría que muy visible. La mujer ha salido a la calle en todas las manifestaciones y actos revolucionarios pero además, sobre todo las jóvenes estudiantes, han tenido un destacado rol virtual con un activismo muy grande a nivel asociativo en internet llamando a la participación a través de Facebook y Twitter. También hay asociaciones de mujeres muy activas que han salido a la calle pese a las dificultades y en situaciones de despotismo y control total, y están las que pertenecen a partidos políticos de corte progresista e incluso comunista que no están reconocidos y que son parte importante.

¿Es una revolución de la mujer?

La revolución de la mujer árabe está en marcha y los hombres se han dado cuenta de que está en la calle y de que su reivindicación es la misma, la libertad y la lucha contra el déspota político. También luchamos contra la opresión masculina porque no solo queremos libertad para elegir a quienes nos gobiernan sino para pensar o creer cada uno lo que le dé la gana en el marco de una Constitución. Es una auténtica revolución popular en la que están participando mujeres de todos los estratos. Las abogadas y periodistas son muy visibles pero hay desde campesinas a mujeres urbanas, jóvenes, niñas y ancianas. Esto es una novedad porque el pueblo ha podido salir a la calle, es un cambio de actitud grande y va a contribuir a construir el futuro de nuestra sociedad. En Túnez la mujer es consciente del desafío del momento, de que se está decidiendo el modelo de sociedad del futuro y de que, después de medio siglo, las fuerzas oprimidas pueden salir a las calles pero también las más conservadoras. Cada corriente tiene su proyecto de sociedad y de estatus para la mujer, y debemos estar atentas.

¿En qué sentido?

En Túnez y Egipto, pero en mi país es más palpable, hay un sector que aboga por un sistema laico que garantice la igualdad de hombres y mujeres ante la ley, y de culto. Sin embargo, no todos los que hacen la revolución son revolucionarios y existe otra tendencia no con menos simpatizantes que aboga por la islamización de la sociedad. El desafío es luchar contra ese modelo que, de otra manera, también es dictatorial y quiere someternos, por lo que tenemos que estar muy alertas y vigilantes para preservar nuestros derechos. No queremos volver atrás y no debemos permitir que alguien se aproveche de una ideología para justificar la regresión de la mujer. Pero estoy muy contenta de la conciencia femenina y de que por primera vez haya habido participación masiva de la mujer pidiendo la igualdad con los hombres sin discriminación alguna.

¿Cree que la revolución se extenderá?

Esto es una movida regional con muchos desafíos estratégicos, políticos, económicos y no solo del mundo árabe, porque detrás se articulan los movimientos y las relaciones con Europa y Estados Unidos. Realmente no sabemos hasta dónde va a llegar la revolución, desconocemos el alcance.