"Era un angelito del cielo que se ha llevado Dios a su reino". Los familiares del niño rumano de dos años y siete meses que murió en la tarde del sábado arrollado por un tren en Valencia se aferran a la fe para asimilar la tragedia. El terrible accidente se produjo el sábado a las 18:37 horas en un tramo situado entre la salida del túnel de la estación del Cabanyal y la Fuente San Luis, cuando el convoy que cubría la ruta Castelló-Valencia llegaba a su destino.

El pequeño Fernando, que así se llamaba el niño, vivía con su familia en un asentamiento rumano muy próximo a las vías del tren. Tanto, que la parte trasera de su casa sólo está separada del camino férreo por un pequeño descampado, que es donde estaba jugando el pequeño.

Fernando pasaba la tarde en esa parcela con su madre, una joven rumana de nombre Alina, y con su hermana pequeña, que tiene un año. Los tres estaban jugando cuando la niña se mojó la ropa.

"Sólo fue un segundo"

Los pantalones y zapatos de la más pequeña se empaparon. Así que su madre, que tiene unos 22 años, decidió entrar en casa para buscar ropa seca y cambiarla, explicaban ayer sus familiares en español.

"Sólo fue un segundo. Un instante de nada, aunque nos ha cambiado la vida por completo", decían. Alina salió de casa con la nueva muda y al no ver a su hijo Fernando "empezó a llamarlo a voces". Pero no contestó.

Cuando la mujer recibió la fatal noticia, no lo asumió. "Cogió una manta y mandó a todo el mundo a callar porque iban a despertar a su bebé". Su madre cree que Fernando está dormido. Desde la tragedia, la mujer se encuentra en estado de "shock" y no sale de la cama, según explica su familia.

"Ahora dice que el niño está en el hospital, durmiendo", señalaban sus familiares. "Para ella la vida ha terminado", coinciden todos.

"Prácticamente no puede hablar. A veces dice algo y después vuelve a callarse y se acuesta. Está muy afectada", indican. El padre del niño fallecido, joven y de origen rumano como la madre, "tampoco lo está llevando bien. Está mal y en silencio", señalan.

Algunos vecinos de la familia se mostraron también muy apenados por la tragedia. Insistían en que Fernando "era un niño muy guapo, rubio y muy blanquito". También hicieron especial hincapié en su carácter "despierto y alegre".

"Fernando no era un niño travieso, sino obediente y bueno. Esto que ha pasado... es un dolor muy grande", expresaban ayer vecinos de la familia del niño.

Según contaron sus familiares, los padres de Fernando se dedicaban a recoger chatarra y estaban buscando trabajo.

No obstante, desde lo sucedido, Alina no quiere seguir en España. "Venir y perder así a un hijo... es difícil".