A Juanma Pérez Rodríguez, diabético de 53 años, no le quedó más remedio que sacar el cartucho de insulina, la aguja y pincharse la primera dosis diaria en medio de uno de los vestíbulos del nuevo hospital La Fe, ante la incapacidad del personal del mostrador de información de indicarle un espacio para pincharse más privado e higiénico que los servicios.

El paciente había acudido a primera hora para que le hicieran un análisis y una ecografía. Como para ambas pruebas se le aconsejó estar en ayunas, a media mañana sus niveles de glucosa en sangre se habían elevado a 350 por lo que tenía que inyectarse insulina e inmediatamente comer.

El paciente, que está a la espera de un trasplante de hígado, solicitó que se le facilitara algún lugar privado para poderse pinchar y como nadie le indicaba donde, acudió al Servicio de Atención e Información al Paciente (SAIP) que a su vez le indicó que se dirigiera al Laboratorio a preguntar si podía hacerlo allí.

"No quería estar de la Ceca a la Meca, así que opté por pincharme en medio del vestíbulo", expresó Juanma que indicó que ese mismo día presentó dos quejas en el SAIP "por la demora de hora y media entre ambas pruebas y por no facilitarme un lugar para inyectarme".