Acceder la pasada madrugada a las instalaciones aeroportuarias de Vilanova d´Alcolea era como entrar en una zona de exclusión terrestre. Acompañados por la niebla, decenas de agentes de la Guardia Civil y miembros de la Policía Autonómica se distribuyeron por las carreteras de acceso al aeropuerto y se ocultaron entre la res de caminos que lo bordean para evitar cualquier invasión (pacífica) de un aeropuerto que, tras repartir bocadillos durante semanas a los vecinos de los pueblos del entorno para que disfrutasen de sus instalaciones, ayer puso el candado para impedir la famosa fiesta «rave».

Lo que comenzó como una iniciativa inocente en las redes sociales se tornó ayer en un despliegue de la Benemérita casi sin precedentes en la provincia. Desde primera hora de la tarde, absolutamente todos los accesos al aeródromo estuvieron salpicados pro conos rojos y guardias civiles apostados para evitar males mayores.

Todo parecía discurrir tranquilo y, de hecho, las páginas de Facebook donde se había hecho la convocatoria, con más de 20.000 personas apoyándola, parecían vivir la resaca de la semana Santa con escasos comentarios sobre el tema. Sólo a última hora de la tarde algunos curiosos intentaron acercarse al aeródromo, pero era imposible. Al cierre de esta edición la Benemérita seguía controlando concienzudamente el acceso a las instalaciones.

Jornada reivindicativa

Los partidos políticos, inmersos en plena campaña, no han podido escapar del influjo de la «rave» organizada en las redes sociales. Por eso, han incluido en sus agendas políticas la visita hoy a las instalaciones e incluso la intención de comerse la mona de Pascua en plenas pistas, como los jóvenes de Iniciativa. El candidato autonómico de Compromís, Carles Mulet aseguraba que «mientras Carlos Fabra ha organizado centenares de visitas, pagadas con dinero público, los ciudadanos críticos no tenemos derecho a disfrutar de nuestro aeropuerto».