El movimiento de protesta nacido el 15 de mayo empezó ayer a sacar sus tentáculos más allá de la plaza del Ayuntamiento de Valencia. Como había aprobado la asamblea el día interior, los manifestantes, "indignados" por la situación económica y política, ocuparon pacíficamente una entidad bancaria de la ciudad. Sobre las 12.30 horas unas 200 personas entraron en el vestíbulo de la oficina central del Banco de Valencia, en la calle de las Barcas, a grito de "manos arriba esto es un atraco".

Un vez dentro, los manifestantes se sentaron en el suelo durante 10 minutos clamando sus consignas. Entre ellas gritaban: "porqué mandan los bancos si no les hemos votado", "el pueblo unido jamás será vencido" o "no a la dictadura del capital". Pese al gran número de personas que tomó la entidad bancaria no hubo ningún enfrentamiento, según confirmaron también desde el Banco de Valencia. De hecho, la actuación de los empleados y de la seguridad del edificio facilitó la protesta y que todo transcurriera con normalidad.

Antes de la ocupación del Banco de Valencia los manifestantes protestaron ante la puerta del Banco Santander en la misma calle. En este caso no entraron. La Policía Local estuvo en todo momento junto a los "indignados" facilitando la circulación puesto que en muchas ocasiones se invadía la calzada por la que pasaba abundante tráfico. Tres furgonetas de la Policía Nacional seguían de cerca la marcha por la "city" valenciana pero sin actuar, lo que evitó posibles incidentes.

Los manifestantes también mostraron su civismo ya que en ningún momento lanzaron insultos o provocación alguna. Fue una marcha totalmente pacífica que acabó con el regreso a la plaza del Ayuntamiento donde les esperaban los acampados desde el día 15 de mayo. Fue el momento más emotivo de la mañana ya que el encuentro fue ovacionado durante varios minutos.

Antes de acudir a la manifestación ante los bancos, los acampados tuvieron que convocar una asamblea extraordinaria para decidir la acción. Y es que a primera hora de la mañana una actuación similar había acabado con 15 detenidos en Barcelona. La mayoría optó por seguir con lo acordado el día anterior y ocupar una entidad bancaria. Eso sí, pidiendo encarecidamente y demostrando grandes dotes de civismo.

Los acampados, que por la tarde llegar0n a ser miles de personas, rebautizaron simbólicamente la plaza del Ayuntamiento como "Plaça del 15 de Maig". Bajo la señal colocaron otra copia de papel con el nuevo nombre. Cada placa "conquistada" recibía su correspondiente ovación.

Los manifestantes son más que variopintos y demuestran las direcciones hacia donde se focaliza la indignación de la ciudadanía. Algunos protestaban por la "mísera pensión de 400 euros" que le ha quedado después de "pasar una vida sobre el andamio" y otros se declaraban contra el actual sistema porque les ha "arruinado la vida".

Una de las jóvenes, Rosa, en paro al igual que su marido y con tres hijas, una de ellas con parálisis cerebral,explicó que es "anti-este-sistema", el cual le "va a arruinar la vida y se va a quedar" con su casa. También se indigna Abel, parado de 55 años, quien aseguró que estaba en la plaza porque estaba "esperando" algo así; Joaquín, cerrajero de 41 años y también en paro, consideró que "tal y como está la situación, iba siendo hora de que la gente saliera a la calle".

Juan, un joven estudiante de la Universitat de València manifestó que está a un mes de terminar la carrera "y no veo ninguna salida". "Nos pidieron que nos formáramos y lo hicimos. Ahora nadie nos ayuda tener una vida y nos tenemos que marchar al extranjero. Nosotros hemos cumplido pero ellos no", argumentó.

Mientras, los partidos políticos todavía no saben como interpretar este movimiento ni como les afectará el 22 de mayo. En todo caso tanto el PSPV como EUPV y Compromís aprovecharon las últimas horas de campaña para hacer un llamamiento a los "indignados" para que traduzcan su protesta en votos.

Paella para todos y bebidas energéticas de un empresario ahogado por la crisis

La ciudad instalada en el corazón de Valencia continuaba ayer su vida. Cada vez hay más acampados, que no han montado carpas y tiendas de campaña por la falta de permisos, y las necesidades aumentan. Ayer, un conocido restaurante invitó a paella a unos 50 manifestantes. Otras personas llenaban la despensa de la acampada con galletas, agua, fruta y todo tipo de víveres. Un empresario llevó con su vehículo una decena de cajas de bebidas energéticas para los acampados. "Vengo a solidarizarme con estas personas. A mí la crisis también me ha hundido y he tenido que cerrar varios negocios, entre ellos una empresa constructora. Yo también estoy indignado", lamentó. Los manifestantes también organizaron un simbólico partido de fútbol entre ciudadanos y políticos. El árbitro era el Fondo Monetario Internacional.