Si fuera una firma textil, se diría que la etiqueta Camps ha resistido el 22-M como primerísima marca del mercado, pero ha entrado en un periodo de rebajas que podría arrinconarla en el sector outlet. A pesar del caso Gürtel y la polémica de los trajes, Francisco Camps ha vuelto a ser el mejor activo electoral del PP en la Comunitat Valenciana. Bajo su cartel, los conservadores han obtenido 1.208.603 votos en las elecciones autonómicas. En cambio, el voto obtenido por los candidatos locales del PP en los 542 municipios valencianos ha sumado 1.171.058 sufragios. El voto autonómico del PP ha sido superior a su voto municipal, y el plus de Camps se ha concretado en 37.545 papeletas más.

Es sin duda, un signo de robustez electoral del candidato Camps. Pero el fenómeno ha entrado en recesión e indica que sí se ha producido —con todas las comillas a las que obliga el incontestable tsunami popular— cierto «voto de castigo» al tirón electoral del presidente de la Generalitat. Siempre, desde que en 1995 empezó la era azul en la Comunitat Valenciana, el candidato autonómico del PP había obtenido más votos que la suma de todos los candidatos locales del Partido Popular. Zaplana lo consiguió en 1995 con 39.670 votos, y en 1999 con un plus de 100.482 sufragios. Camps mantuvo la tradición. En 2003 superó el voto municipal del PP en 94.026 votos. En 2007, rebasó a sus candidatos locales con 129.200 sufragios más. En 2011, Camps ha vuelto a imponerse a la marca local del PP con esos 37.545 votos. Sin embargo, la cifra refleja una caída del 69,6% del ya citado plus de Camps con respecto a los anteriores comicios.

190 ediles y 35 mayorías más

Si en una cara de la moneda popular figura ese desgaste personal Camps, en el reverso reluce el músculo municipal del partido de la gaviota. Con el 100% del escrutinio, el voto municipal del PP en la Comunitat Valenciana ha aumentado en todos los frentes con respecto a los anteriores comicios locales: 22.800 votos más hasta llegar a los 1.171.058 sufragios; 190 concejales más y ya suman 2.958 ediles; 35 nuevas mayorías absolutas hasta dominar a placer 302 ayuntamientos; y 25 mayorías relativas más y ya son 87. Por ello, si en 2007 el tsunami popular tuvo sobre todo un cariz autonómico (6 diputados más), este 22-M ha sido un éxito en clave municipal para el PP, que refuerza su hegemonía en los consistorios.