El conseller de Educación, Alejandro Font de Mora, recibió ayer una cacerolada a las puertas de la nueva biblioteca central de Vila-real, su localidad, por su decisión de eliminar las líneas en valenciano en los centros escolares e inaugurar una biblioteca que no cuenta con libros para consultar o leer.

Más de 50 personas se acercaron hasta la entrada de la polémica biblioteca Pío XII para demostrarle al conseller su disconformidad respecto al nuevo modelo plurilingüe que pretende implantar en el que se eliminarían las líneas de enseñanza en valenciano y se sustituirían por dos alternativas: impartir al 50% las asignaturas de valenciano y castellano o impartir un 33% tanto valenciano como castellano o inglés.

Los manifestantes esperaron la llegada del conseller, acompañado por el alcalde en funciones, Juan José Rubert, y su equipo de gobierno, y comenzaron a pedir su dimisión entre abucheos y pitidos. Una de las curiosidades de la mañana fue que uno de los miembros de la cacerolada se acercó a Font de Mora y le regaló un libro en valenciano, que él mismo aceptó "con desprecio" señalaron.

"Estuvimos más de 30 minutos delante del edificio pitando y haciendo ruido para que se notara que estábamos en contra de todo lo interpuesto por el conseller", indicó Edu, el secretario local del Bloc jove. La inauguración de la nueva biblioteca se realizó ayer después de no haber podido llevar a cabo este acto las semanas anteriores a elecciones. Aun así, este edificio continúa sin tener libros para consultar o para leer los usuarios, ya que solamente pueden disfrutar de la literatura los más pequeños con la biblioteca infantil.

Pero esta inauguración no fue la única de la jornada de ayer, sino que el conseller y el alcalde de Vila-real, acompañados por miembros de los centros educativos y de la política, visitaron los nuevos colegios de infantil y primaria del Cervantes, que se encuentran acabados; así como las obras del aulario de infantil del centro educativo Escultor Ortells, que terminará las obras en enero. La directora del colegio Cervantes, Clara Soler, agradeció el esfuerzo de las administraciones y explicó que el colegio tenía unas infraestructuras muy precarias.

Por su parte, el conseller de Educación aprovechó la ocasión para pedir a todos los presentes respeto a las instituciones y que no aparten la política de la gente. "Nosotros por nuestra parte, debemos trabajar allá donde estemos". También explicó que la sociedad vive en una época en la que se tiene un fuerte descrédito de la política y los políticos. "Tenemos que pensar en la mayoría y gobernar para todos. Las mayorías suelen ser silenciosas y las minorías hacen más ruido, pero hay que hacer caso a las mayorías y respetar a las otras" apuntó.