El presidente Camps comunicó a los pesos pesados de su gobierno, personalmente, que no repetirían. Vio en privado a Blasco -sobre las 14,30- y estuvo en la conselleria de Gerardo Camps -como adelantó ayer Levante-EMV- para trasladarle su defenestración. La renuncia de Gerardo Camps estaba asumida. Lo habían hablado en numerosas ocasiones.

El titular de Economía, además, le había comunicado de nuevo en los últimos días que su destino pasaba por Madrid. Ninguna problema por esa parte. De hecho, el martes por la mañana, en las Corts, todo fueron risas entre González Pons, que sabía los términos del acuerdo, Gerardo Camps, y el jefe del Consell. Aún así, el presidente -como ha hecho siempre- acudió, en un acto protocolario, a transmitirle la "buena nueva" a la conselleria de forma oficial.

Gerardo Camps será senador, casi con toda probabilidad, y después espera integrarse en la lista a las generales por Alicante como número uno. Tendrá que "negociar" con Federico Trillo, fijo en algunas quinielas.

A Camps le estalló el problema con Vicente Rambla, que le ha acompañado durante sus años de mandato y ha sido uno de sus mayores soportes. No se lo esperaba. Rambla acudió al Palau de la Generalitat sobre las cinco de la tarde. Y se presentó para exigirle explicaciones a Camps. El departamento al que aspiraba y para el que estaba destinado en principio -así se lo habían pedido al presidente los empresarios, además de ser fijo en las quinielas del PP-, Camps lo había entregado a Enrique Verdeguer, un técnico ligado al ICEX, desconocido en el mundo empresarial valenciano. No iba a ser el conseller del ajuste económico, ni el que dictara las políticas de la austeridad.

La reunión acabó a gritos. Rambla le recordó sus años de fidelidad. Camps replicó con una conselleria menor, sabedor de que sería muy difícil que Rambla aceptara. Máxime cuando promocionaba a Sánchez de León a la vicepresidencia. Fue un modo de anunciarle su relevo. La tensión cristalizó en palabras gruesas.

Después, el presidente llamó a Carlos Fabra para anunciarle que el de Castelló no se incorporaría al Consell. En el diálogo, además, le comunicó también que introducía a Bonig en su gabinete. También habló con el presidente provincial de Castelló de Manuel Cervera, el titular hasta entonces de Sanidad. Cervera no quería continuar en Sanidad. Y se lo había insinuado al presidente.

La respuesta del presidente fue la esperada: anunciarle que continuaría cuatro años más en Sanidad. Otra forma de buscar la renuncia. Otra puerta abierta. Ambos pactaron una solución intermedia: Luis Rosado, su número dos en la conselleria, ascendería como conseller.

Del mismo modo, Camps había pensado en José Ciscar para sustituir a Serafín Castellano en Gobernación. Castellano estaba, hasta última hora, fuera del Consell. ¿Pero no faltaba ponerle rostro al área de Educación? Según algunas fuentes, en el tenso diálogo con Rambla, le llegó a ofrecer el departamento. Al final, entró Castellano de rebote y el área de Educación recayó en Ciscar.

Paula Sánchez de León, la nueva vicepresidenta, influyó para que Jorge Cabré, de la carrera fiscal, asumiera la cartera de Justicia y Bienestar Social.