Francisco Camps dobló ayer finalmente el brazo y presentó su dimisión como presidente de la Generalitat tras más de dos años de pulso con la dirección nacional para seguir en el cargo a medida que iba escalando peldaños en la gravedad de su situación judicial por la causa de los trajes del caso Gürtel. Lo anunció ayer a las 17.15 horas en una comparecencia ante los periodistas, sin derecho a preguntas, en el patio gótico del Palau de la Generalitat. La tarde del martes, ante el secretario de Justicia del PP, Federico Trillo, el enviado de Mariano Rajoy para forzar un arreglo que evitara el juicio por cohecho pasivo, y a lo largo de varias conversaciones con Rajoy y con la secretaria general, María Dolores de Cospedal, Camps había aceptado la opción de declararse culpable y pagar la multa, una vía que sólo resultaba viable para impedir la vista oral como exigía Madrid si los otros acusados -el exsecretario general del PPCV, Ricardo Costa, el exvicepresidente del Consell Víctor Campos y el exjefe de gabinete en Turismo, Rafael Betoret- la secundaban.

Para Camps, esa salida comportaba la garantía de Génova de que podría continuar gobernando con antecedentes penales. El obstáculo entonces era Costa, quien se resistía a asumir una culpa y los consiguientes antecedentes que le perjudicarían mucho de cara al otro procedimiento en marcha, el de la presunta financiación irregular del PPCV. Sin embargo, el planteamiento de Génova comenzó a cambiar ya la noche del martes. El escándalo mediático que supondría apuntalar a un presidente que se ha confesado autor de un delito sembró de dudas a la dirección nacional respecto a la permanencia del jefe del Consell en el cargo. En Génova se había llegado al convencimiento de que esa situación -un presidente condenado y gobernando contra toda norma ética del partido y contra los mismos estatutos- era insostenible para Rajoy, que se lo juega todo en las elecciones generales, con el agravante de que un adelanto de los comicios podría haber hecho coincidir la batalla electoral y el juicio, previsto para octubre-noviembre. Esto es, que casi mejor que dimitiera. La noche del martes Rajoy llegó a plantearle que estaba eligiendo entre la "deshonra" de ser un presidente con condena o la dimisión. Las supuestas garantías de continuidad, si es que existieron, se esfumaron. El presidente estuvo hasta las dos de la madrugada dándole vueltas a la decisión.

A lo largo de la mañana de ayer llegó al convencimiento de que si ahora aceptaba la culpa -la peor opción personal para él, ya que rompía con toda la línea argumental seguida estos dos años y basada en que pagó los trajes-, lo más probable es que después finalmente tuviera que acabar dimitiendo. Que Génova tampoco le permitiría aferrarse al cargo y la presión sería insoportable. Esto es, que en realidad le pedían dos sacrificios, que asumiera la culpa para evitar el juicio y que se marchara. Y ante ese panorama, se echó atrás. Se va pero no evitará a Génova el juicio.

Para entonces el obstáculo ya no era Ricardo Costa. Éste, según declaró a la Ser, manifestó que finalmente haría lo que le dijera el partido. Eso sí, a cambio de garantías de que lo rehabilitarían completamente en un futuro. Con todo, el número dos del PPCV no repitió el error de octubre de 2009, cuando acabó, primero, apartado de sus funciones y luego suspendido de militantes. Costa se mostró dispuesto a firmar pero si antes lo hacía el propio Camps. A primera hora de la mañana, Campos y Betoret acudieron al Palacio de Justicia del TSJCV -donde se encontraba el abogado de Camps, Javier Boix- a firmar la conformidad con la pena máxima pedida en la causa, la multa de 49.500 euros reclamada por la acusación popular, el PSPV, de acuerdo con el supuesto arreglo al que se había llegado. A las 10.30 horas, Camps no acudió al pleno de las Corts para aprobar una propuesta que reivindica el Corredor Mediterráneo.

Plantón al TSJCV

Sobre las 14 horas, en el TSJCV, a cuyas puertas se apostaban decenas de periodistas, se llegó a trasladar la inminente presencia del jefe del Consell para rubricar el escrito por el que asumía la culpabilidad. Se asegura incluso que uno de los jueces llegó a hablar con el jefe del Consell para confirmar que iría, e incluso se llegaran a abrir las puertas. Diez minutos después, sin embargo, se avisó de que Camps no acudiría. Algunas fuentes daban ayer un peso decisivo en el cambio a la petición de un familiar para que tirara la toalla y pusiera fin al sufrimiento, al coincidir con él que al final le acabarían forzando la renuncia.

En un juicio, al menos, hay opciones de salir inocente. "La decisión la ha tomado con su familia, pensando en que era lo mejor para el partido", recalcaron fuentes de Presidencia. En el PP valenciano se había extendido la idea de que Camps no tenía otra vía que la renuncia y que Rajoy no iba a permitir que pusiera en riesgo un voto en su camino a la Moncloa.

Ya fuera de la presidencia, Camps tendrá las manos libres para pelear por su inocencia en el juicio ante un tribunal popular en el que se le acusa de haber aceptado trajes y otras prendas de vestir por 14.000 euros de la trama corrupta de Gürtel. Camps se va de la presidencia de la Generalitat y también de la del partido, con lo que se abre una nueva etapa política. Ambas recaen en el hasta ahora alcalde de Castelló, Alberto Fabra.

"Está muerto, está muerto"

Los populares vivieron ayer una de las jornadas más tensas, entre la impresión generalizada de que el jefe del Consell no tenía otra salida que renunciar, tanto si optaba por declararse culpable para evitar el juicio como si pretendía afrontar el proceso desde la presidencia. Y las conversaciones reflejaban esa crispación. "Está muerto [políticamente], está muerto", captó una cámara de televisión una conversación de Barberá. Se desconocía el interlocutor pero todo apunta a que el destinatario de la desolada reflexión era Camps. Antes del pleno, la expectación era máxima. A la llegada de Ricardo Costa a la cafetería de las Corts, la vicepresidenta, Paula Sánchez de León, y la portavoz del Ejecutivo, Lola Johnson, le mostraron la alerta errónea de una medio que aseguraba que Camps había firmado la conformidad. Luego, el síndic del grupo, Rafael Blasco, lo inquirió: "¿Vas a firmar?" Según testigos presenciales, Costa indicó que Cospedal se lo había "vuelto a pedir anoche a las 11". "Me lo estoy pensando", dejó en el aire.