Los mosquitos eligen a sus víctimas en función de la cantidad de dióxido de carbono (CO2) que emiten al respirar y no, como afirma la creencia popular, por la dulzura de la sangre.

Cada día un ser humano produce aproximadamente un kilogramo de CO2 y cada vez que exhala, unas trece veces por minuto, emite más de cien miligramos.

Además de otras sustancias corporales, el mosquito siente especial "querencia" por aquellas personas que emiten más CO2, explicó ayer Juan Rueda, de la Asociación Española de Entomología y profesor de la Universitat de València experto en el control biológico de los mosquitos.

Estos insectos detectan una corriente con pulsaciones de CO2, de la que deducen que detrás hay sangre fresca para chupar, asegura, en el mismo sentido, un reciente estudio publicado en la revista científica Nature.

El dióxido de carbono emitido al respirar es mayor en los adultos que en los niños y su cantidad varía en función de la dieta y el ejercicio físico que se sigan. Por ello, se aconseja una vida saludable para evitar las picaduras.