Diversos «rankings» internacionales sitúan a la Universitat de Valencia (UV) como lo cuarta universidad de España y entre las 300 mejores del mundo. ¿Cómo rector debe estar orgulloso?

Los «rankings» universitarios no hay que tomarlos nunca en términos absolutos, pues dependen mucho del tipo de indicadores con los que se construyen. Por tanto hay que saberlos siempre relativizar. Además, sobre todo, deben de servir para que las universidades podamos mejorar.

Vistos estos «rankings», no sé si comparte la opinión generalizada de que los fondos para investigación se otorgan en España de acuerdo más con criterios territoriales que de calidad científica, pues en el reparto de los Campus de Excelencia Internacionales se ha visto cómo las universidades catalanas han sido las más beneficiadas.

El conjunto de las cantidades obtenidas por el único proyecto de Campus de Excelencia Internacional que existe aprobado hasta ahora en la Comunitat Valenciana, el VLC Campus, es de más de 14 millones de euros. Realmente se han conseguido cantidades económicas razonables. Quizá nuestra queja como autonomía y universidades valencianas ha sido que pensaremos siempre que en la primera convocatoria no tuvimos ese reconocimiento.

Pero ¿no le parece poco tener un único Campus de Excelencia Internacional?

La verdad es que no nos sitúa precisamente bien respecto a otras autonomías. Pero, bueno, también sabemos que la resolución de estas convocatorias tiene diversos tipos de condicionamientos. Ahora se trata siempre de mirar hacia el futuro, y no de quejarse del pasado.

¿Y cuál es ese futuro?

El proyecto Hàbitat 5U, en el que estamos las cinco universidades públicas de la C. Valenciana, que aúna el valor de la vertebración del territorio y de la cooperación de universidades públicas. Es un proyecto en el que hemos puesto una enorme cantidad de ilusión. Pero no puedo dejar de lado ni olvidar el interés que también tiene el proyecto Mediterranean Campus de las dos universidades públicas alicantinas, la Miguel Hernández y la de Alicante. Si al final obtuviéramos tres sellos de excelencia, la verdad es que la Comunitat Valenciana estaría razonablemente bien situada en el mapa.

¿Y qué nos aporta este sello de excelencia internacional?

Tal vez sería mejor replantear la pregunta por un cómo podríamos vivir sin haber obtenido ese reconocimiento. Yo creo que nos ha aportado muchas cosas. Ha visualizado las dos grandes universidades del área metropolitana de Valencia, la UV y la Universitat Politècnica. Nos ha dado las bondades de una mejor y mayor interacción, que ha existido siempre. El Campus de Excelencia ha contribuido a institucionalizar esa estrecha relación científica, a darle contenidos, a formalizar un consorcio entre ambas universidades, a emprender en mayor medida proyectos conjuntos. También ha visualizado como un tercer elemento muy valioso la relación que ambas universidades mantenemos con el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, el CSIC, del que siempre hemos pensado que debería tener una mayor presencia en la Comunitat Valenciana.

Otro de los tantos del VLC Campus es el haber conseguido el apoyo y la implicación del empresariado valenciano.

Hoy el nuevo paradigma de universidad sin duda es una institución ampliamente relacionada con la sociedad. Y que conste que no estoy confundiendo sociedad y empresa. Obviamente la sociedad civil es mucho más amplia, pero tampoco podemos dejar de lado la importancia de las empresas. El haber consolidado las relaciones entre ambas universidades y el CSIC, y haber implicado más a la Administración y la sociedad valenciana en este proyecto, se va a traducir en realidades beneficiosas para todos.

Usted habla de universidad de «tercera generación», donde la transferencia de tecnología a las empresas pasa al primer plano. Sin embargo, nuestro empresariado apuesta muy poco por la investigación. En la práctica, la totalidad de la I+D valenciana se genera con fondos públicos. La Universitat puede hacer mucho esfuerzo por transferir la tecnología que crea, pero si al otro lado no hay nadie...

La situación, efectivamente, es compleja. La C. Valenciana tiene un tejido productivo, donde la pyme, la pequeña y mediana empresa, está presente en un porcentaje muy alto. Sería prematuro decir que no se puede contar con las pyme para el cambio de modelo, cuando estas tienen un papel muy importante en la creación de empleo. Claro que puede haber innovación, transferencia e I+D en las pyme, pero hay que buscar las formulas para hacer eso posible.

¿Investigación y Desarrollo (I+D) que no provenga mayoritariamente de fondos públicos? ¿De verdad?

Yo creo que esto es algo a mejorar. Cuando se trabaja con las grandes empresas de sectores punteros en I+D, desde la universidad hay que reconocer que es una especie de « joint venture» muy útil. En esta alianza, lo mejor del conocimiento de la universidad y del conocimiento generado por estas grandes firmas produce grandes avances científicos y tecnológicos. Hay que quitarse de la cabeza la idea de que la investigación es de la universidad y la innovación de la empresa, que ésta no tiene capacidad para hacer investigación e innovación.

¿Cómo trasladar eso a nuestras pymes?

Con dificultad, pero de todas formas hay que seguir presionando para conseguirlo. El Parque Científico de la Universitat y los del resto de universidades públicas valencianas, que estan unidos en una red, demostramos cada día que puede haber pequeñas empresas que surgen a partir de la investigación de la universidad, empresas que están ya establecidas pero que ponen sus sectores de I+D en nuestros parques científicos. Son firmas de reducido tamaño en sectores clave, como la biotecnología y la nanotecnología. Esto permite ver con una cierta esperanza que desde pequeñas y medianas empresas, con mucha innovación, aprovechando conocimiento y proximidad de las universidades, se pueden crear empresas que sobreviven en estas circunstancias de crisis, que generan empleo y que pueden ser factores de negocio en el futuro.

En 2012 vuelven a «congelar» por cuarto año sus presupuestos. ¿Cómo afrontan este escenario?

Lo mejor que se puede. Procuramos ser como universidad lo más proactivos posible en la captación de fondos externos, en concurrir a convocatorias competitivas a nivel europeo y estatal, a través de convenios y contratos con entidades públicas y privadas. Estamos por encima del 15% de obtención de fondos privados, pero está claro que una gran institución pública como la UV tiene una dependencia muy fuerte de los presupuestos de la Generalitat. Por tanto, afrontamos esta situación, por un lado aplicando políticas de austeridad y de ahorro en todo aquello que podemos, ya que en algunos ámbitos, es virtualmente imposible. Así por ejemplo, apostamos por el ahorro el energético, hemos puesto placas solares en los techos, procuramos negociar bien la parte de comunicación y telefonía, y este agosto vamos a cerrar dos semanas los edificios que podamos para obtener un ahorro, sin que la comunidad universitaria se resienta por ello.

¿Qué no debe tocar la «tijera»?

Siempre pienso que los rectores debemos enviar un mensaje muy claro de que en el modelo en el cual estamos el ahorro en conocimiento, en universidades, en educación, sería una gran evocación. Por tanto esas mismas políticas que nosotros estamos aplicando internamente habría que proyectarlas hacia el Consell, que yo espero que tenga el concepto en ese sentido claro de que a la hora de establecer recortes que puedan resultar insoslayables, hay que tener en cuenta que en determinados ámbitos, y la educación es sin lugar a dudas uno de ellos, seguro que la sanidad es otro, los recortes presupuestarios se pagan muy caro en el corto y medio plazo, y por tanto no es una estrategia inteligente hacerlos.

Su llegada al rectorado, hace 17 meses, coincidió con la firma del plan de financiación universitario con la Generalitat tras pasar tres años «congelado». ¿Está cumpliendo el Consell los pagos?

En 2009 y 2010 la Generalitat hizo frente a todos los pagos. En lo que llevamos de año el cumplimiento de las mensualidades ha sido estricto, y por tanto el Consell está al día. Los rectores estamos ahora a la expectativa de ver las medidas que toma el nuevo Gobierno valenciano. Es evidente que las universidades públicas, a la vista de lo que ha pasado en otras autonomías, estamos expectantes por negociar con el Consell de qué forma podemos hacer frente a la crisis económica.

¿Temen recortes?

Más que temer, esperamos recortes. Sería razonable, a la vista de lo que ha sucedido ya en Cataluña. Nos gustaría poder negociar esos ajustes presupuestarios y llegar a acuerdos con la Generalitat, para que estos recortes, si se producen, sean los mínimos necesarios y, sobre todo, que puedan ser recuperables, que sean transitorios mientras dure la actual coyuntura. Hay que tener en cuenta que la inversión económica en las universidades valencianas es una inversión, no un gasto, pues las universidades públicas devuelven en términos de riqueza mucho más a la sociedad valenciana que la inversión que recibe de ella.

Plan bolonia

Sus 17 meses como rector coinciden con la creación del Espacio Europeo de Educación Superior. ¿Qué balance hace tras implantar 58 grados en la UV?

El proceso ha tenido resistencias y a lo mejor no se ha explicado suficientemente la necesidad de esta reforma, que se ha hecho para favorecer la movilidad y tener un sistema de créditos similares en el conjunto de Europa. Por otra parte hay que subrayar la desafortunada coincidencia de su implantación en plena crisis. Esto, para el profesorado y para el personal de administración, ha supuesto más trabajo y más carga docente, y todo ello se está haciendo a coste cero, por no decir a menos uno.

Estudios de medicina

Ha sido decano de Medicina, una titulación que este año vuelve a ser la más demandada. ¿Es posible aumentar la oferta?

Es un grado enormemente demandado, tenemos más de dos mil personas en lista de espera. La C. Valenciana tiene tres facultades públicas y dos privadas de Medicina, por tanto no se pueden incrementar las plazas frívolamente. Además, sobre todo, porque los estándares de la Universitat son de calidad altos y el número de alumnos está condicionado por las instalaciones hospitalarias en las que damos docencia práctica y por el profesorado. En este escenario económico restrictivo cualquier aumento de estudiantes tiene que estar avalado por un estudio económico muy serio que demuestre que no va a ir en contra de la calidad de nuestra enseñanza.

Una de sus consignas más repetidas es que la Universitat no debe ser un partido de la oposición. En el último claustro el portavoz del Sindicat d’Estudiants dels Països Catalans (SEPC) le acusó de tener una actitud «servil» con la Generalitat y el Gobierno. ¿Le duele esta crítica?

Yo tengo muy claro que las universidades públicas, y especialmente la Universitat, son un referente por su autoridad moral. Claro que la Universitat hace política, pero hace política universitaria. La Universitat no puede ni debe ser un partido político, sino más bien un faro de conocimiento y un referente moral por sus valores. El comentario del estudiante venía por cuál es la respuesta de la Universitat ante los recortes y la situación financiera.

Hay que expresar que hay una dualidad, pues por un lado está el valor de la autonomía universitaria, que es un reconocimiento constitucional, por eso el rector se debe a la comunidad universitaria. Eso le da un privilegio, la gran ventaja de que es una figura independiente en el contexto político respecto al Gobierno estatal, autonómico y local. Pero, por otro lado, la universidad como ente público tiene que interactuar con los diferentes Ejecutivos. Encontrar el correcto punto de equilibrio, y no perder nunca de vista el principio de la autonomía universitaria y de la universidad como referente, es todo un arte político al que los rectores tienen que entregarse cada día.

Ese equilibrio no ha impedido, como hicieron en el último claustro antes de vacaciones, aprobar una moción en la que la Universitat rechaza la supresión de las líneas de enseñanza en valenciano que prevé el polémico decreto de trilingüismo del Consell.

Por supuesto, y creo además que hemos hecho una crítica enormemente constructiva. Desde que recibimos el borrador del decreto, la Universitat, la Universitat Jaume I de Castelló y la Universitat d’Alacant hemos trabajado intensamente en generar una serie de propuestas, incluso con sugerencias y comentarios, en un intento de mejorar el decreto. Hemos hecho una crítica constructiva que permita mejorar para no retroceder en algunos avances que han sido detectados como positivos por la sociedad valenciana. A nadie le quepa duda de que la Universitat estará en este debate y en otros similares, desde su posición institucional pero sin rehuir las situaciones en las cuales pensemos que la opinión institucional de la Universitat puede ayudar a mejorar las políticas, como en este caso, educativas, a las que no somos en absoluto ajenos.