Se acaba de leer un libro de autoayuda para aprender a decir no sin tener remordimientos. Quiere evitar sentirse culpable cuando ha llegado el momento de repartir noes en época de crisis. Antes quería contentar a todo el mundo. Quizá ese ha sido el principal defecto de Lorenzo Agustí en su gestión pública desde que alcanzó la alcaldía con una amplísima mayoría absoluta en 2007.

El presidente de la diputación y del PP de la provincia de Valencia, Alfonso Rus, le lanzó un dardo hace unos días al insinuar que el primer edil de Paterna era conocido como el alcalde "sí sí" por su innegable tentencia a querer agradar a todo en mundo. La puya de Rus respondía a lo que diversos dirigentes del PP, en la intimidad, consideraron un nuevo "golpe mediático" o "salida de tono" del edil paternero cuando se atrevió a decir en un almuerzo organizado por la Asociación Valenciana de Empresarios que las diputaciones "no tenían futuro". Justo en el momento en que el PP las defiende frente a la oposición, que quiere liquidarlas.

El pensamiento de Agustí -al que el presidente de AVE presentó como uno de los políticos con más futuro en la Comunitat Valenciana- rompía la estrategia de los populares: uno de sus máximos exponentes, al menos en proyección pública, decía alto y claro lo que la mayoría piensa en privado: que la administración provincial está desfasada en pleno siglo XXI.

Pero no es la primera vez que este arquitecto al que sus amigos llaman "Loren", casado y a la espera de su tercer hijo, se desmarca de su partido. No ha dudado en ponerse detrás de una pancarta contra la Generalitat o en cortar las vías del metro, junto a los vecinos, para que se paralizaran las talas en la Vallesa. Eso fue nada más ganar la alcaldía en sus segundas elecciones hace cuatro años. Desde entonces, este "outsider" de la política rompe esquemas porque se aleja de la conducta habitual del gestor público. Quizá por eso sea más querido entre los ciudadanos o rivales -no de Paterna- que entre sus correligionarios, que lo ven como un elemento extraño.

Su espíritu libre dentro del PP quizá lo ha interiorizado al escuchar la música de Bob Marley, su cantante preferido. Esa "independencia" le llevó a saltarse de nuevo la disciplina popular cuando hubo que aprobar una subida en la tasa metropolitana de basuras. El representante del consistorio paternero, por orden de Agustí, votó en contra mientras sus compañeros de partido lo hacían a favor. En su municipio había eliminado el tributo de residuos -fue una de sus grandes bazas electorales en 2007-, y ahora no iba a apoyar el impuesto de la entidad metropolitana. Esas fueron sus razones.

"Gobierne quien gobierne, siempre estaré en frente de quien no defienda lo mejor para mi pueblo", advertía en una entrevista. Por eso quería estar en la institución provincial, porque piensa que Paterna debía estar representada con un diputado como ya lo estuvo en etapas anteriores. Pero Rus lo dejó fuera y esta semana le recordó a Agustí su aspiración, que contradecía su apuesta por suprimir las diputaciones. Ya han hecho las paces. Quizá ese nado contracorriente del edil paternero es el que le relegó también a los últimos puestos de la lista autómica que elaboró el expresidente Francisco Camps, con el que empezó a trabajar de asesor en Presidencia, tras perder sus primeros comicios locales en 2003. O el que le ha impedido tener más responsabilidad orgánica. Sólo es presidente del PP en Paterna.

En precampaña ya dio la campanada al fichar al empresario del sector del automóvil Manuel Palma, que mantiene buenas relaciones con la izquierda. Y en un avance de lo que iba a ser su gestión de recortes durante este mandato, hizo una campaña electoral sin vallas, carteles ni mítines. El dinero lo destinó a fines sociales. "Es incongruente hacer una campaña de 15 días de derroche", dijo.

Este amante de la buena comida -le encanta la "fideuà" y le gusta descubrir sabores- tampoco ha dudado en aprovechar una cueva-vivienda para trasladar allí su despacho. Como símbolo y recuerdo de la historia local y para evitar gastos de remodelación de despachos. Y hace unas semanas, dentro de esa política de contención económica, ha seguido el ejemplo de su compañera de Torrent María José Català y se ha desprendido del coche oficial para no renovar el alquiler. Se desplaza a los actos oficiales en un pequeño Citroën Saxo de la flota municipal, tal como pudo comprobar el ministro de Interior, Antonio Camacho, esta semana durante la inauguración de la comisaría de Policía Nacional.

Desde el centro se gobierna mejor Agustí considera que "desde el centro se gobierna mejor". Por ello no puede extrañar que Adolfo Suárez sera su referente político. Por ese centrismo opina que PP y PSOE deben entenderse más a menudo, gobierne quien gobierne. Este pensamiento le llevó a proponer delegaciones de gobierno a toda la oposición (EU aceptó la de Empleo) porque en "política hay que innovar".

Y al situarse claramente en el centro, tampoco le importó obligar a un exedil a restablecer la ornamentación floral con los colores republicanos en el cementerio, donde yacen enterrados miles de represaliados por la dictadura franquista. "A nadie le puede molestar que respetemos a quienes murieron por la libertad", alegó. Por eso algunos le apodan el "alcalde republicano". Su foto en un acto junto a Eliseu Climent, presidente de Acció Cultural que respaldó el monolito del Fòrum per la Memòria dedicado a los ajusticiados, tampoco sentó muy bien en las filas populares. Otro gesto que dio que hablar fue su decisión de hacer partícipes a los vecinos en cuestiones municipales. Convocó un referéndum sobre los toros y aceptó el resultado contrario a la reinstauración de los "bous al carrer". Es el "verso suelto" del PP valenciano.