Enrique Crespo Calatrava, alcalde de Manises y vicepresidente de la Diputación de Valencia, sufre en la actualidad el mayor bache de su ya larga carrera política. Su ascensión meteórica desde que empezara a romper el cinturón rojo socialista en 1999, brindando al PP la primera victoria en una gran plaza de l'Horta, se ha frenado de golpe.

Su implicación en el caso del saqueo de Emarsa, empresa pública que presidía, le ha hecho menguar su influencia y perder varios de los cargos que tenía en empresas públicas. Su mayor derrota la ha sufrido con sus compañeros del PP de la ciudad de Valencia quienes tras las pasadas elecciones lo apartaron de la presidencia de la Emshi. En este caso, Rita Barberá hizo valer su mayoría en la entidad para eliminar de paso a uno de los más leales al presidente de la Diputación de Valencia, Alfonso Rus, su rival político en la provincia.

En la entidad provincial, donde Crespo es vicepresidente segundo, ha tenido menos problemas aunque también ha perdido un puesto en la empresa pública Imelsa. El pasado mes de septiembre se enteraba por este periódico de que no continuaba en el consejo de administración aunque le restaba importancia ya que mantenía su puesto en Egevasa. Su "jefe" Alfonso Rus le ha mostrado su apoyo públicamente pero no ha dudado en desautorizarlo tras el escándalo en la adjudicación de una carretera en Chulilla que tendrá que aclarar a la oposición precisamente hoy.

Estos problemas de influencia, que se agravarán con su imputación, no se perciben en Manises, su pueblo natal, donde reeditó su mayoría absoluta el pasado mes de mayo.

Crespo, licenciado en Económicas, es alcalde del PP en un municipio sociológicamente de izquierdas. Un hombre hecho a sí mismo que fraguo su carisma trabajando como repartidor mientras estudiaba. De carácter afable pero ambicioso, como el chico de clase baja que quiere codearse con las élites, llegó a diputado provincial con 27 años siendo un concejal de la oposición en un consistorio gobernado por el PSPV. Desde esa fecha (1995) no ha dejado de estar presente en la entidad provincial.

Pero cuando parecía haber llegado a la cima de su carrera e incluso siendo tentado para dar el salto a la política autonómica le estalló en las manos el caso Emarsa. Crespo, fiel a su carácter, intentó capitalizar las acciones judiciales llegando a poner un abogado de su estrecha confianza. La nueva situación ha propiciado que el inquisidor de la depuradora esté ahora imputado.