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o que ya sabemos sobre el asunto Urdangarín fortalece una opinión muy compartida acerca de cómo es la sociedad española. Es una sociedad muy amiga del favoritismo y del culto a la personalidad. Algo sin duda que hunde sus raíces en el catolicismo, una religión basada en la impetración y no en el mérito, como la protestante.

El espectáculo de gobiernos autónomos, ayuntamientos, clubs de fútbol y empresas dando dinero a Urdangarín, so pretexto de su actuación como relaciones públicas, no deja de ser propio de un chascarrillo de Quevedo o un sainete de Arniches.

Y cuando se nos revela como Urdangarín y sus parientes y amigos urdían una red de empresas para hacer opaco el toma y dada de dinero y el fraude a Hacienda, comprendemos todavía más que aún no estamos lejos de los lances de la España de Rinconete y Cortadillo que tan bien nos contó Cervantes en una de sus novelas ejemplares.

Estar a bien con la Corona, a través de dar dinero a sus miembros, era y es una manera de acercarse al que se interpreta como principal ápice de poder español, como si todavía nuestra Monarquía fuera absoluta. Curiosamente la operación se ha hecho especialmente en territorios del PP, como Baleares y Valencia, de donde ha sacado Urdangarín seis millones de euros netos, sin apenas molestarse en fingir una acción de relaciones públicas. Y una de las principales empresas españolas, Telefónica, destaca como especialmente comprometida con el fiasco.

Ahora será el momento en que los ciudadanos, estafados por tal uso del dinero público y privado, pidan explicaciones a sus representantes y de que los delincuentes se enfrenten a la Justicia. También es el momento de que se produzca una mayor transparencia sobre las ocupaciones y los dineros de la familia real

Sin duda el asunto ceba las pretensiones de los republicanos para poner en cuestión a la institución monárquica, entre otras razones porque la Corona o no ha sabido o no ha querido enterarse de los manejos del marido de una infanta. Y eso que eran patentes sus dispendios, sus compras de casas, su estilo de vida, imposible de llevar salvo a base de protagonizar tan singulares negocios.

Ha fallado sin duda, por acción u omisión, la vigilancia debida de la Casa Real sobre sus miembros y menos mal que la libertad de expresión, felizmente vigente en España, nos ha permitido conocer los entresijos de la trama del yerno del Rey, quien sabía explotar su situación sin ningún prejuicio.

Circula un chiste: ¿Cómo se dice braguetazo en chino?. Se dice Urdangarín.