No hay billete de vuelta. Decida lo que decida el jurado en el caso de los trajes de Gürtel, el expresidente de la Generalitat, Francisco Camps, juzgado en el TSJ por cohecho pasivo junto a Ricardo Costa -su antiguo número dos en el PP-, no volverá a la primera línea política, como coinciden destacados dirigentes del partido frente a la tesis que, desde la dimisión de Camps el pasado mes de julio, manejan dirigentes afines al exjefe del Consell. "Es imposible", apuntó de forma gráfica un destacado mandatario popular. La estrategia del presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, de marcar distancia con su antecesor y poner tierra de por medio con los casos de supuesta corrupción ligados a la gestión del PP, sin embargo, ha empezado a alimentar el malestar entre el núcleo duro del campismo.

Nadie se atreve a hablar de puertas hacia fuera. Pero en privado, ni en Valencia ni tampoco en Génova ven posible la vuelta de Camps. Todo lo contrario. Y ahora, con Mariano Rajoy ya instalado en La Moncloa, mucho menos. El futuro de Camps, de hecho, fue una de las "comidillas" entre los comensales que acudieron a la boda del hijo de José María Aznar, celebrada hace unos días. La opinión está muy extendida y es casi unánime. Una condena pondría al exjefe del Consell en una situación límite y dejaría en el alero su continuidad como diputado en las Corts y como miembro del Consell Jurídic. Sería muy complicado compaginar una condena en un procedimiento por corrupción y, al tiempo, formar parte del consejo que revisa toda la legislación autonómica.

¿Pero qué ocurriría en el caso de una absolución Camps podría tener una salida en una empresa o en un ente público, casi seguro, fuera de la C. Valenciana y en el que no hiciera demasiado ruido. Pero, desde luego, no volvería a tener un cargo de relevancia. Esa es la tesis generalizada que, en estos momentos, se baraja en el PP. Alguno de sus fieles deslizan la posibilidad, no obstante, de que se tome un año sabático. Durante su debate de investidura, Rajoy sólo se alteró en dos ocasiones: en el debate con Amaiur y cuando salió a la palestra la corrupción en la CV. Consolidado por los votos con el gran resultado de los comicios del 20-N, en Génova tienen toda la confianza en Fabra para poner orden.

De momento ha empezado a poner tierra de por medio con el campsismo asegurando que algunas grabaciones del caso Gürtel le generan "sonrojo", advirtiendo de la posibilidad de acudir a los juzgados en el caso Urdangarín, creando la comisión de investigación sobre el saqueo de una empresa pública en Valencia o enviando a Sonia Castedo a la tribuna de las Corts para que diera la cara sobre el supuesto amaño del planeamiento urbanístico de Alicante. Esa estrategia de Fabra, que se consolidará en los congresos del PP con un equipo a su medida para controlar el partido, sin embargo, ha levantado ampollas en el campsismo.

Ningún miembro del Consell, de hecho, ha acudido a dar su apoyo a Camps. Por contra, esta semana sí aparecieron en el TSJ el presidente de la Diputación y la alcaldesa de Valencia, Alfonso Rus y Rita Barberá, junto a la primera edil de Alicante, Sonia Castedo, para compartir comida con Camps. En círculos del PP se interpreta la presencia de tres pesos pesados del partido en el TSJ como un toque de atención a Fabra.