Que se proteste por los recortes se ha vuelto tristemente habitual. Que se "okupen" espacios públicos con sentadas contra los tijeretazos se ha hecho demasiado frecuente. Pero que un grupo de activistas tome la catedral de Valencia al anochecer con la intención de quedarse encerrado en el interior del templo e iniciar allí una huelga de hambre, eso sí que es un novedoso golpe de efecto que consiguió anteanoche la Koordinadora de Kol·lectius del Parke Alkosa, el histórico barrio de Alfafar que ha sufrido las consecuencias de la marginación y la exclusión social.

Más de medio centenar de miembros del colectivo entraron en la catedral alrededor de las siete y media. En la Seo se desarrollaba el concierto de una coral. Los activistas se echaron a un lado de la nave lateral derecha (muy cerca de la sepultura del cardenal García-Gasco) y desplegaron pancartas sobre el "derecho de reunión", el "derecho a decidir" y a favor del activismo, y expusieron su problemática al deán de la catedral: entre la Generalitat y el Ayuntamiento de Alfafar deben unos 320.000 euros a las organizaciones comunitarias del Parque Alcosa, lo que amenaza gravemente la continuidad de sus proyectos sociales en el barrio. Por eso, para forzar el pago, querían utilizar la catedral como espacio simbólico adonde emplazar la huelga de hambre que se disponían a comenzar.

Tras las reticencias iniciales del responsable de la catedral, y mientras avanzaba el tiempo y la policía local llegaba para vigilar a los activistas entre tanto patrimonio, se alcanzó una solución intermedia: la catedral les presto un piso anexo a la catedral, propiedad de la Iglesia, para que allí pudieran pasar la noche y seguir la huelga de hambre. Pasadas las nueve y media de la noche terminaba este amago de encierro en la catedral.

Ayer, medio centenar de activistas del Parke Alkosa se concentraron ante el Palau de la Generalitat. Antoni Valero, portavoz de la plataforma, afirmó que por culpa de los impagos hay unos 30 trabajadores que llevan cinco meses sin cobrar, que se está resintiendo la calidad de los servicios asistenciales y que se han paralizado los programas de apoyo al empleo. Ariel Carrizo, el hombre de 40 años que permanecerá en huelga de hambre, exigió "un plan de medidas de urgencia social" para paliar la problemática que lastra el barrio.