En una jornada intensa en la que se reunió con periodistas y empresarios y asistió a las tomas de posesión de los nuevos consellers de la Generalitat Valenciana y de la Delegada del Gobierno, Paula Sánchez de León, el ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación, José Manuel García Margallo, concentró sus mensajes en asumir el papel de ministro "valenciano", huérfano de los colegas esperados en el Consejo de Ministros, y en liderar una remodelación del papel de Exteriores en el mundo. Su estructura "no ha variado" desde la década de los setenta y su papel no se corresponde con las necesidades actuales de España, resumió.

García Margallo fue desgranando en pequeñas dosis alusiones a sus raices valencianas, recordando incluso su papel como número dos en listas que lideraba Abril Martorell o su paso por el Gobierno Civil, donde coincidió con la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá.

El nuevo ministro de Asuntos Exteriores se siente un representante del "poder valenciano" en Madrid: "Desde que me presenté a las elecciones por UCD en 1982 he sido un representante de la sociedad valenciana". Preguntado si se siente "solo" en ese poder valenciano en Madrid, porque ningún valenciano ostenta cargo público alguno ni en el primer, el segundo o tercer escalón, García Margallo aseguró: "No me siento solo porque Rajoy conoce la Comunitat Valenciana muy bien, la mayoría de ministros la conocen también y los que no la conozcan le aseguro que se van a enterar".

Sus primeros mensajes fueron para ofrecer la colaboración de las embajadas a las iniciativas planteadas por los empresarios o por la Administración valenciana. Se trata dijo el ministro, de abrir las dependencias que posee el Estado en el exterior para que las comunidades autónomas puedan usar estas infraestructuras desplazando diplomáticos, agregados comerciales o funcionarios que de forma paralela atiendan intereses "específicos" de cada región.

El objetivo, añadió, es "crear sinergias", "ahorrar costes" y hacer las cosas "más sencillas".

Su propuesta, cuya aplicación podría suponer la desaparición de las delegaciones del Instituto Valenciano de la Exportación, fue matizada después por el propio ministro al recordar que se trataba de "un ofrecimiento" y no de una "imposición" o "exigencia".

Son las autonomías "las que tendrán que explicar a los ciudadanos por qué gastan más dinero" en representar sus intereses en el exterior "que si lo hicieran a través de las embajadas y oficinas diplomáticas".

El nuevo vicepresidente y portavoz del Gobierno valenciano, José Ciscar, que ayer tomó posesión de su cargo en presencia de García Margallo, se mostró dispuesto a "profundizar" en la propuesta del ministro, que calificó de "razonable" y "buena" aunque sin ir más allá.

Ya por la tarde, en la toma de posesión de la Delegada del Gobierno, el ministro dijo que Exteriores era el ministerio que "más necesita" adaptarse al nuevo mundo. Reivindicó embajadas más abiertas al servicio de la economía y los empresarios españoles dispuestos a abrir mercados subrayando que la salida de la crisis pasa por la exportación. Según García Margallo la acción exterior española permanece prácticamente sin cambios desde la Transición, mientras el mundo ha cambiado. Hablo por último de "redistribuir" la acción de las embajadas hacia lugares como Asia, con su emergente poder político y económico, o hacia Iberoamérica como escenario también de una pujante economía, manteniendo también las prioridades de Europa y el Magreb.

Nuevos contenidos para la Casa del Mediterráneo

El nuevo ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación, José Manuel García Margallo, no tiene intención de cerrar la Casa del Mediterráneo, instalada en Alicante, aunque tiene previsto revisar los contenidos de este complejo impulsado por el Gobierno socialista.

Según se puso de manifiesto durante la jornada del ministro en Valencia, con motivo de las tomas de posesión de nuevos consellers y la delegada del Gobierno, Margallo opina que la Casa del Mediterráneo tendrá que buscar nuevos contenidos que complementen o reorienten los actuales, ya que considera que las relaciones con los países del Magreb y, desde luego, los de la Unión Europea, son absolutamente prioritarias para su departamento, que ha visto recortado el presupuesto de Cooperación en mil millones de euros. j. m. valencia