¿Cuánto de sentido común y cuánto de ciencia contiene «Pediatría con sentido común...»?

El conocimiento científico es el que los especialistas vamos descubriendo y nuestra obligación es poner en palabras muy fáciles lo que la ciencia nos ha ido desvelando. Por esto, los conocimientos son la base para dar seguridad a los padres y educadores, y esta seguridad es la base del sentido común.

¿Por qué es tan difícil emplear el sentido común cuando se trata de los hijos?

Porque vivimos a un ritmo muy rápido y los padres tenemos poco tiempo. Esto hace que muchas veces dudemos ante situaciones que antaño eran habituales, como poner unas normas en los hábitos de los niños. Nuestras abuelas y bisabuelas, con más de cinco hijos, no tenían otra solución que poner estas normas (una comida igual para todos, hora de acostarse, levantarse...). Hoy, con menos hijos y mucho menos tiempo para estar con ellos, tenemos demasiada tendencia a hacer lo que el niño quiera, y éste es un ser perfecto, pero sin aprender, que necesita unos buenos maestros, que son los padres.

¿Cuáles son los principales fallos que cometen los padres?

Básicamente la sobreprotección, es decir, no pensar que al niño le hacemos un favor si le enseñamos a seguir las normas. Cuando nosotros éramos pequeños llegábamos a casa y preguntábamos a la mamá ¿qué hay para cenar?; mientras que hoy en día los padres llegan a casa y lo que hacen es preguntar al niño ¿qué quieres para cenar? Esta falta de normas, o este sentimiento de culpa por el poco tiempo, crea esa tendencia a la sobreprotección, y si los sobreprotegemos estamos haciendo niños más débiles que después tendrán más dificultades para integrarse en la sociedad.

Insisten en la importancia de la autoestima, ¿cómo se puede fomentar?

Enseñar al niño que lo que quiere conseguir cuesta un esfuerzo es la forma de fortalecer su autoestima. Hoy los padres no suelen seguir esta norma porque si no pueden estar con él lo suplen con regalos o haciendo lo que él quiera, y esto es un gravísimo error que lleva al niño a la inseguridad. Hacemos niños que, al llegar al mundo real, tengan muchos fracasos porque no están educados en el perder. Educar en la frustración es hacer niños más seguros.

La alimentación también ocupa una parte importante del libro. ¿Se está fallando mucho en este sentido?

Hoy sabemos que en función de cómo alimentamos a los niños en los cinco primeros años de edad condicionamos su salud posterior. El colesterol, la diabetes o la hipertensión se gestan con una mala alimentación infantil. Por la falta de tiempo tendemos a dar alimentos poco convenientes para que este niño pueda afrontar su desarrollo físico correctamente. Por eso recomendamos recetas básicas.