La falta de sintonía que durante años han tenido el presidente del PP de la provincia de Valencia, Alfonso Rus, y la alcaldesa del cap i casal, Rita Barberá, lleva camino de convertirse en una alianza en toda regla para tratar de contrarrestar el poder de Alberto Fabra. A menos de cuatro meses de que tenga lugar el congreso regional del PPCV, que implicará la renovación de los órganos de dirección, los máximos referentes del partido en la provincia de Valencia quieren hacer valer su peso. Fuentes del PP provincial de Valencia admitieron que consideran lógico que en caso de que Fabra sustituya al número dos del partido, Antonio Clemente, este cargo siga desempeñado por una persona de Valencia. «El equilibrio territorial debe respetarse y lo normal es que si el presidente es de Castelló, el secretario general sea de Valencia», indicó un dirigente.

Los movimientos de sectores del partido descontentos con algunas de las últimas decisiones del jefe del Consell podrían llegar a convertirse en un problema para Fabra. Nadie, ni si quiera los más críticos, barajan un escenario en el que el jefe del Ejecutivo tenga que enfrentarse a un candidato alternativo, pero es evidente que no es lo mismo que la candidatura que encabece consiga un respaldo superior al 90% a que se evidencia un voto de castigo. De ahí que Fabra tendrá que hacer un esfuerzo para consensuar las personas que quiera que lideren el nuevo PPCV. Rus y Barberá tienen sus propias preferencias, pero ante la posibilidad de quedar excluidos de los órganos de poder prefieren pactar un nombre e ir unidos antes que dividir fuerzas.

Aunque Fabra está considerada como una persona proclive al consenso, desde algunos ámbitos del PP valenciano se le acusa de sufrir ya el síndrome de la Moncloa por haber tomado decisiones de gran calado sin consultar con nadie. El anuncio sorpresa de permitir una comisión de investigación del caso Emarsa en las Corts cabreó sobremanera a Barberá y propició el primer acercamiento con Rus, quien tampoco supo de las intenciones del presidente de antemano. Las medidas de ajuste, que apenas un selecto grupo de consellers conocían, y que incluyen el propósito de deshacerse de eventos estratégicos de la anterior etapa de gobierno, como es el caso de la Fórmula 1, también han causado descontento. La alcaldesa, una dirigente que siempre ha destacado por su lealtad al partido, evidenció públicamente su malestar y habló de «enredos» en el PPCV.

Críticas a la alcaldesa

Varios cargos del PP consultados por este diario admiten que Barberá no está contenta con la forma de proceder del jefe del Consell y que no esconde en privado su desafección con el nuevo lider del partido. La actitud de la alcaldesa tampoco ha gustado a los sectores más cercanos a Fabra que creen que con la que está cayendo desde el punto de vista económico es inapropiado ofrecer una imagen de desunión.

Las últimas declaraciones de Fabra sobre los políticos corruptos o las que lanzó el vicepresidente del Consell, José Ciscar, también han desatado críticas internas, ya que para algunos pueden entenderse como una condena a imputados como es el caso de Enrique Crespo o de un distanciamiento con Francisco Camps, en pleno juicio por la causa de los trajes. Barberá y Rus escogieron precisamente el escenario del Palacio de Justicia para ser fotografiados juntos en un gesto de apoyo al exjefe del Ejecutivo. Otros van más lejos y avisan de que Fabra no puede dar lecciones en este terreno, ya que consintió los casos turbios protagonizados por Carlos Fabra en Castelló.

También, aseguran algunos, hay descontento en el ámbito municipal. Los alcaldes esperaban de Fabra una sensibilidad especial con los ayuntamientos dada su procedencia política. Y esperan que les reúna para darles una solución a sus problemas financieros.