Cuando el coste de producir energía en casa para el propio consumo es igual al de comprar electricidad en la red, las posibilidades que se abren para el consumidor son infinitas y entre ellas se encuentra la de convertirse un fabricante de luz y tratar «de tú a tú» a la Iberdrola o la Endesa de turno.

Ese punto de inflexión, al que los expertos llaman «paridad de red», está a punto de producirse en España, donde está ultimado un decreto para regular el autoconsumo que puede provocar una revolución, no solo en el sector de la industria fotovoltaica o la eólica, las más beneficiadas por la próxima paridad, sino también en el esquema de la producción eléctrica, generando un exceso de kilovatios disponibles para exportar a otros países próximos.

En Canarias, la paridad de red es ya un hecho mientras que en la península se espera que llegue en unos meses debido a los descensos en los costes de la energía fotovoltaica y al incremento de la tarifa eléctrica.

Con este sistema, explica el borrador del decreto, «una instalación producirá energía eléctrica para consumo en la misma vivienda siempre que haya demanda. Si la demanda es superior a la producción, se importará energía de la red, y cuando la demanda sea inferior a la producción, se exportará energía a la red».

Excedentes

La generación de excedentes puede producirse a diario en las horas centrales, aunque también siempre que no haya nadie en el hogar requiriendo energía, algo habitual en vacaciones. El borrador habla de derechos de consumo diferido para referirse a los kWh excedentarios que se inyectan en la red, que se podrían acumular durante 12 meses y compensarse al final del periodo o bien con la misma frecuencia que la facturación, explica Tomás Díaz, responsable de comunicación de ASIF, la Asociación de la Industria Fotovoltaica.

La comercializadora —generalmente la compañía eléctrica o una de sus filiales— se encargará de hacer los saldos entre el consumo diferido y el consumo instantáneo. Los consumidores tendrán que seguir pagando un «peaje» por el acceso a la red y un «coste» del balance neto cuyo importe máximo debe definir el Ministerio de Industria. El sistema es especialmente aplicable a las instalaciones de generación eléctrica con fuentes renovables que no se pueden gestionar: eólica y solar, ya que permite adecuar su producción al consumo sin necesidad de las carísimas y siempre poco eficientes baterías y acumuladores.

En general el autoconsumo sirve para todas las renovables por debajo de los 100 kW, que es la potencia máxima para la baja tensión. «Un hogar—recuerdan en ASIF—instala habitualmente 4 kW por lo que el sistema también es apto para comercios y pequeñas industrias».

El «balance neto» se está aplicando con éxito en países como Japón, Suecia y algunos estados de Estados Unidos como California, donde ya en 2008 había 386 MW acogidos al sistema, la mayoría de origen fotovoltaico.