El abogado de Camps, Javier Boix, introdujo el primer día del juicio contra el expresidente de la Generalitat Francisco Camps y el exnúmero dos del PPCV Ricardo Costa la idea de que la acusación era «absurda» y que nadie entendía como para un asunto «de unos trajes» se había llegado a un sumario de 19.000 folios. La estrategia de Boix logró tumbar los 18 indicios que presentó la Fiscalía. El cincuenta y cinco por ciento de los miembros del jurado optaron por las versiones de testigos indirectos y de un complejo informe pericial de Hacienda frente a la de los testigos directos y a las pruebas documentales que halló la policía en los registros en las sedes de la trama y en el barco Parapipi. La conclusión del jurado que escuchó cómo El Bigotes agasajó a la mujer de Camps y se ofreció para promover la reorganización del Consell con Costa con la cartera de Presidencia fue que todo se limitó a una relación comercial. Las claves del veredicto son las siguientes:

La red no se acercó a los acusados para obtener favores

La mitad más uno de los miembros del jurado llegaron a la conclusión de que el entramado que dirigían Francisco Correa y Pablo Crespo —que llevan tres años en prisión provisional por el caso Gürtel— no buscaban obtener favores de la Administración valenciana. El tribunal popular incidió en su veredicto en que la relación de Correa, Crespo y El Bigotes con Camps y Costa fue puramente comercial. El jurado se basó en la declaración de la testigo indirecto Isabel Jordán, que en un primer momento declaró que había pagado una factura de 30.000 euros por trajes para Camps.

La persona que activó la investigación, el edil de Majadahonda José Luis Peñas, confirmó en el juicio que Jordán le dijo que había pagado los trajes y advirtió que también se lo comentó Francisco Correa. Peñas era amigo personal de Correa e incluso se quedaba a cargo de sus hijos pequeños. El jurado no tuvo en cuenta su declaración en la vista.

Documentación intervenida

Cinco de los nueve miembros del tribunal tampoco consideraron trascendente la documentación que la policía intervino en el registro de la sede central del grupo Correa en la calle Serrano de Madrid, en las oficinas de Orange Market de la calle Colón de Valencia y en el barco Parapipi. Los documentos, según la policía, recogían los pagos de la caja B del entramado.

Documento 71

Una de las principales bazas de la acusación era el famoso «documento 71». La prueba se encontraba en el «folio 503 del tomo dos del sumario». El escrito estaba encabezado por la frase: «A la atención de Pablo Crespo (Comunidad Valenciana)» y supuestamente recogía —según las acusaciones— los pagos pendientes de Camps, Costa y otros implicados en la tienda Forever Young por un importe total de 30.678 euros.

El abogado de Ricardo Costa, Juan Casanueva, rebautizó en su alegato final el «documento 71» como «el papel ése». La idea caló en el jurado. La justificación del veredicto advierte de que «el documento 71 carece de credibilidad» El tribunal popular advirtió expresamente que «el papel, que no documento mercantil, del folio 503 del tomo II del sumario carece de credibilidad». El escrito lo entregó la segunda tienda donde Camps encargó ropa, pero el jurado considera que no se ha acreditado quién fue el autor del «papel».

Destrucción de evidencias

El jurado no tuvo en cuenta la declaración del informático que trabajaba para el responsable de las tiendas, Eduardo Hinojosa, que declaró que le pidieron que hiciera desaparecer el nombre de Camps. La contable que supuestamente envió los correos preguntando si se podían manipular los archivos informáticos aseguró en el juicio que un pirata se había colado en su ordenador.

La credibilidad del sastre

Uno de los objetivos de las defensas fue minar la credibilidad del sastre de Camps y han logrado introducir la duda razonable en cinco miembros del jurado. El sastre José Tomás aseguró en el juicio que en ta tienda «todos sabían que pagaba Crespo» y que El Bigotes le dijo que «jamás se le podía escapar» que sabía que los acusados no abonaban los trajes.

Los letrados defensores advirtieron al jurado de que el sastre solo era una persona que buscaba protagonismo, airearon su participación en programas de televisión y la revista Vanity Fair, y resaltaron las contradicciones en las que ha incurrido a lo largo del proceso. La mayoría del jurado pensó que el sastre mintió cuando pronunció una de las frases míticas del juicio: «Juro ante Dios y ante este tribunal que Camps nunca se pagó ni un solo euro en Milano y Forever Young».

El escolta que le prestó dinero a Camps en Forever Young

El tribunal popular se ha creído la versión del escolta de Francisco Camps que declaró en el juicio que a finales de agosto de 2008 le prestó dinero en la puerta de Forever Young. El jurado apuntó en el veredicto que el testigo manifestó en la misma declaración que Camps salió de la tienda con dos porta trajes por lo que infirió que el expresidente se pagó las prendas.

La cajera a la que Camps saludó y dio las gracias

Sin embargo, los miembros del tribunal no dieron importancia a la declaración de una testigo directo. La cajera de Forever Young María Calero confesó que se sorprendió con la actitud del expresidente. «Empaqueté el traje y le debí meter los zapatos en la bolsa. Era la primera vez que lo veía y no sabía exactamente quién era. Tenía preparado el ticket por si acaso venía para dárselo o darle el traje. Vino Tomás a recoger el traje porque a Camps no se le atendía directamente. Y él (Camps) se acercó a la caja. Yo pensé que venía a decirme cómo iba a pagar pero se acercó y simplemente me dio la mano y se fue. Solo dijo: gracias, gracias y saludó a todos ... Y yo al rato pregunté: ¿quién es ese que me ha saludo», recordó la testigo con naturalidad. El jurado ni la menciona en el veredicto.

Altos cargos de la conselleria

Las declaraciones de los altos cargos de la conselleria fueron contundentes en el juicio a favor de las tesis de las defensas y ha tenido su reflejo en el veredicto. Jurídicamente era necesario acreditar que la trama Gürtel pagó las prendas a Camps y Costa por su cargo. Los funcionarios insistieron en el juicio en que las adjudicaciones no dependían ni de Camps ni de Costa.

Peritos de Hacienda

Los peritos de Hacienda explicaron que no se podía saber quién pagó los trajes por la falta de documentación. En el jurado ha pesado las facturas falsas que había en la causa. La Fiscalía y la acusación popular sostuvieron que las facturas falsas encubrían las supuestas compras del entramado de Correa. Los abogados Boix y Casanueva lograron convencer al tribunal popular de que no tenía sentido y que todo era un invento del sastre en su conflicto con José Tomás.

El magistrado Climent se armó de paciencia para no expulsar de la sala a Francisco Camps

Todas las personas con experiencia en el mundo de los tribunales coinciden en que el comportamiento de Francisco Camps como acusado ha sido peculiar. El abogado del expresidente pidió disculpas el último día por la conducta de su cliente que justificó por la tensión acumulada. La relación entre Camps y el juez Climent empezó a torcerse el primer día. Camps advirtió al tribunal de que el magistrado que lo estaba juzgando fue un cargo socialista. El entonces acusado precisó que Climent había sido un alto cargo de Presidencia de la Generalitat durante el mandato del socialista Joan Lerma. Todos los que conocen personalmente al juez Climent coinciden en que es una persona extremadamente educada que ha tenido en la sala a un acusado acostumbrado «al teatro parlamentario». Climent ha estado a punto de echar a Camps de la sala de vistas varias veces por su comportamiento en el juicio. El momento crítico se produjo el 27 de diciembre. Climent reclamó a Camps que guardara las formas después de que el expresidente se echara las manos a la cabeza de forma ostensible por la decisión del magistrado de no admitir algunas preguntas de su abogado porque no estaban relacionadas con el proceso. El expresidente del Consell hizo gestos ostensibles como si fuera un jugador de fútbol al que le han señalado una falta injusta. Otro día leyó sin reparos un libro sobre Job. Camps aprovechó su turno de última palabra para darle las gracias a todos salvo al magistrado que le obligó a guardar las formas.